Hace
algún tiempo tuve el enorme placer de escribir un comentario al
cuadro Fragile,
de
la artista leonesa Alicia Nistal.
En estos días, y hasta el 22 de junio, el cuadro se expone, junto
con otras obras de la pintora, en el Restaurante Serrano, de Astorga,
León.
Me
apetece hoy que recordemos aquí cómo vi yo entonces ese cuadro. Lo
primero que me llamó la atención de su pintura fue la belleza que
mostraba la obra, pero pronto me pareció también que no era esa
una mera belleza aparente, vacía, sino que encerraba unas emociones
que había que descubrir y hacia las que te dirigía la pintura. Luego, he visto que hay
una especie de erotismo espiritual en los cuadros de Alicia Nistal,
un atractivo que nos empuja hacia lo oculto y que creo que es
consecuencia de la actitud de la pintora. Porque ella no trata
simplemente de crear belleza, sino que sobre todo pretende desnudar
su alma, sacar al exterior lo que en ella hay de gozo y de dolor. De
una manera callada, sin estridencias estéticas, casi sin dejarse
ver, van apareciendo en sus obras los sentimientos, las emociones,
la manera de entender su vida, y son estas vivencias las que generan el
misterio, pero también el olor y el sabor de lo que pinta.
A
mí la pintura de Alicia Nistal me parece bella, pero también creo
que es buena, porque si la miras con detenimiento y si te dejas arrastrar por
lo que sus cuadros producen en tu mente, es probable que te
encuentres habitando en otro mundo distinto al que veías antes de
contemplarlos. Creo que es lo que debes intentar vislumbrar si contemplas sus
cuadros. Esto es lo que a mí me produjo su cuadro Fragile.
"Esto
no es una espalda, que diría Magritte. Es un cuadro. Si fuera una
espalda, no sería un autorretrato y no te podríamos ver en el
cuadro.
En todo caso, no se trata de una espalda cualquiera, sino de tu espalda. Está situada en el centro de un triángulo vital formado por tus brazos y el contorno de tu torso y se apoya en un basamento embutido en unos jeans, cuyo contenido se escapa a nuestra contemplación.
Es una espalda bella, muy bella, con un potente aire de delicadeza, adornada con la gracia de un leve giro lateral, pero no es una espalda tranquilizadora que nos deje disfrutar sin más de su belleza. Hay un aroma quebradizo en el centro de esa espalda orlada por la geometría intranquila de tus brazos. Tus brazos son los que hablan y lo hacen para dirigir nuestra mirada hacia donde parece que tú quieres que vaya.
Un cuadro es lo que se ve, pero también lo que sugiere. La sugerencia es un viaje que nos puede llevar a cualquier parte, como lo pueden hacer una mirada, una mano tendida o unos labios entreabiertos. Tu espalda nos podría sugerir tus pechos o tus piernas o tu vientre, pero tus brazos nos llevan sigilosamente hacia tu rostro, que se esconde enigmáticamente tras tus cabellos. Es el gesto de tu rostro, la idea que lo esculpe, lo que, si lo miramos con atención, se convierte en el misterio de este cuadro.
Tenemos que imaginarnos un rostro bello, porque de todo tu cuerpo se desprende belleza. Y, sin embargo, son un rostro y un cuerpo rodeados de mariposas, que podrían resultar superfluas, si no fueran necesarias. Puede que tu rostro desprenda en algún momento un atisbo de dolor, pero esas mariposas, bellas y libres, ayudan a soportarlo, porque tú has querido dignificar y superar ese dolor.
El artista -y la persona que es artista en su vida, también- ofrece siempre lo mejor de sí. Tú nos has dado la parte más bella de tu dolor. Has ocultado, porque eso es sólo tuyo, el elemento más trágico de tu espalda y has mostrado ese envoltorio bello en el que se encierra la negatividad del dolor. A veces tú eres el dolor de tu espalda, pero no quieres transmitir ese dolor a nadie. Por eso muestras la belleza dolorida, pero, a fin de cuentas, belleza. Por eso esto que vemos no es una espalda. Tampoco es tu espalda. Ni siquiera es un cuadro de tu espalda. Es un cuadro de tu mente. Es tu autorretrato."
En todo caso, no se trata de una espalda cualquiera, sino de tu espalda. Está situada en el centro de un triángulo vital formado por tus brazos y el contorno de tu torso y se apoya en un basamento embutido en unos jeans, cuyo contenido se escapa a nuestra contemplación.
Es una espalda bella, muy bella, con un potente aire de delicadeza, adornada con la gracia de un leve giro lateral, pero no es una espalda tranquilizadora que nos deje disfrutar sin más de su belleza. Hay un aroma quebradizo en el centro de esa espalda orlada por la geometría intranquila de tus brazos. Tus brazos son los que hablan y lo hacen para dirigir nuestra mirada hacia donde parece que tú quieres que vaya.
Un cuadro es lo que se ve, pero también lo que sugiere. La sugerencia es un viaje que nos puede llevar a cualquier parte, como lo pueden hacer una mirada, una mano tendida o unos labios entreabiertos. Tu espalda nos podría sugerir tus pechos o tus piernas o tu vientre, pero tus brazos nos llevan sigilosamente hacia tu rostro, que se esconde enigmáticamente tras tus cabellos. Es el gesto de tu rostro, la idea que lo esculpe, lo que, si lo miramos con atención, se convierte en el misterio de este cuadro.
Tenemos que imaginarnos un rostro bello, porque de todo tu cuerpo se desprende belleza. Y, sin embargo, son un rostro y un cuerpo rodeados de mariposas, que podrían resultar superfluas, si no fueran necesarias. Puede que tu rostro desprenda en algún momento un atisbo de dolor, pero esas mariposas, bellas y libres, ayudan a soportarlo, porque tú has querido dignificar y superar ese dolor.
El artista -y la persona que es artista en su vida, también- ofrece siempre lo mejor de sí. Tú nos has dado la parte más bella de tu dolor. Has ocultado, porque eso es sólo tuyo, el elemento más trágico de tu espalda y has mostrado ese envoltorio bello en el que se encierra la negatividad del dolor. A veces tú eres el dolor de tu espalda, pero no quieres transmitir ese dolor a nadie. Por eso muestras la belleza dolorida, pero, a fin de cuentas, belleza. Por eso esto que vemos no es una espalda. Tampoco es tu espalda. Ni siquiera es un cuadro de tu espalda. Es un cuadro de tu mente. Es tu autorretrato."
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Añado
aquí un estupendo vídeo de Luis Martínez en el que se puede
contemplar la obra de Alicia Nistal expuesta ahora en el Restaurante
Serrano.