Estoy ya hasta arriba de lluvia, nubes,
fríos y demás tristezas meteorológicas. Necesito expandirme bajo
un sol que se note, quitarme ropas de encima y poder sudar a
chorreones con sólo salir a la calle. El invierno me tiene ya harto,
muy harto. El mayor peligro que tiene este clima aborrecible es que
con enorme facilidad el invierno meteorológico se convierte en
invierno vital y terminas quedándote en casa, o vas encogido por la
vida, o vas de resfriado en resfriado, o se te enfrían la moral y
las ganas de vivir o, si la cosa se pone fea, terminas confundiendo
el ser con el mero estar (en casa, claro). Necesito con urgencia una
dosis bien grande de verano o, en su defecto, de primavera echada
para adelante. Mientras tanto habrá que hacer el tremendo esfuerzo,
excesivo ya a estas alturas, de sobreponerse y mirar lo bueno que
haya por ahí. A ver si hay suerte. Buenos días.