Recogemos lo que plantamos. Plantamos
lo que queremos y, a veces, plantamos también sin quererlo. Dando un
paseo por el jardín se nos caen inadvertidamente las semillas, o las
trae el viento sin que lo sepamos. No somos dueños del todo de
nuestro jardín, pero siempre encontramos en él alguna planta,
alguna flor, algo de la belleza del mundo que no sabemos quién la habrá plantado allí. Son esos regalos de la vida que nos hacen respirar hondo mientras se instala en nosotros una sonrisa.
Buenas noches.