Alguien te está hablando y está poniendo su tiempo y su vida en ello. Quizá te esté contando algo sin excesiva importancia. Puede que se esté desahogando. Incluso es posible que sea algo importante para él. Quién sabe si te está intentando transmitir algún secreto. En lugar de estar haciendo otra cosa, te está hablando a ti. Un ser humano te está hablando.
Puedes hacer dos cosas.
Una, escuchar. Escuchar a ese ser humano que te está hablando a ti. Se sentirá respetado y es posible que le ayudes a desahogarse, a que se sienta mejor, bien considerado y bien tratado. Quizá quiera transmitirte algo y lo único que necesite es que lo escuches con atención. Puede que aprendas algo con ello y que eso te sea útil en tu vida.
Otra, interrumpirle según vaya pronunciando frases. Puedes también atender al estúpido teléfono móvil mientras la otra persona emplea su tiempo y su vida en hablarte. Quizá se te ocurra esa ordinariez de interrumpir su relato con otro tuyo que empiece por “Es que lo que pasa es que...” o insistir en tus interrupciones repitiendo varias veces lo mismo, como si quisieras remachar un clavo a martillazos en su discurso. Es posible que no soportes escuchar en silencio varias frases seguidas, lo cual sí sería grave y una fuente segura de soledad, o que necesites realizarte no dejando hablar al otro para hablar tú.
En cualquiera de los dos casos, cualquiera que esté presente, incluido el que habla o intenta hablar, obtendrá una imagen bastante certera de ti.