Mostrando entradas con la etiqueta fe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fe. Mostrar todas las entradas

viernes, 14 de septiembre de 2018

Buenas noches. El vaso


El vaso siempre está medio lleno. No confundas la percepción que puedes tener en un momento -o en más- de que está medio vacío con la realidad de que está medio lleno. No podemos vivir sin algún tipo de fe. Créetelo: el vaso siempre está medio lleno. Si no, no hubiéramos llegado hasta aquí.

Buenas noches. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

Buenas noches. Confianza




Es imposible conocer perfectamente a nadie, ni siquiera a uno mismo. Por eso, en cualquier relación, es tan importante la confianza, porque, en casi todas las ocasiones, la confianza tiene que suplir al conocimiento. 

Buenas noches.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Los viernes, etimologías. 136. Las etimologías de Juan Carlos / y IV



Sigo, y acabo, con la lista de palabras que me propuso mi amigo Juan Carlos el argentino.

BIEN

En latín clásico es bene. Bene y bonus provienen de una raíz due/duo. Está documentada en latín arcaico (esto no es hipótesis, hay alguna inscripción del s. VII a. C.) la variante duenos. Se vincula a una raíz indoeuropea que da en griego dínamis, dinamita, dinastía. De esta raíz por otros vericuetos se crean bellus, bello y beatus, feliz. Bonus viene de la raíz con sufijo dw-enos, bene de la forma adverbial dw-ene, bellus de un diminutivo del anterior dw-ene-lo-, y beatus de la raíz con otro sufijo dw-ye, que crea el verbo beo, ser feliz y su participio es beatus. Sí, es cierto, un lío.

MAL

En latín existe el adverbio male, opuesto a bene, y el adjetivo malus. Vemos male conservado en maledicencia. Tiene muchos derivados: maldito, maligno, malevo, malware, malaria... Hay una raíz indoeuropea, pero no parece que sea muy productiva. Otras lenguas habrán creado, para el mismo concepto, otros vocablos.

ESPERANZA

En latín es spes, y de él deriva el verbo spero, esperar. Y como en otros casos es normal que del verbo derive el nombre, pues el español ha creado esperanza. En la lengua actual ocurre esto a veces. De ver se crea visual, de visual visualizar, de este visualización... La creatividad de los hablantes no tiene leyes. El sufijo -anza es normal, ha creado templanza, adivinanza, enseñanza, confianza... La raíz sp- se detecta también en prosperus, y en griego ha dado el verbo σπάω (spao), que significa sacar, extender, de donde viene espasmo y spatha, que a través del latín nos llegó como espada, y espátula.

FE

En latín es fides. Hay en latín cinco declinaciones, con las cinco vocales, a e i o u. La quinta, la de la e, tenía poco rendimiento, y, al pasar al castellano, casi todas las palabras han ido a refugiarse en la a, la de rosa-rosae, la primera. Por ejemplo dies se ha convertido en día, pero algunas pocas han resistido, como especie o fe. Fides significa lealtad, confianza, lo vemos en fidelidad, fiel, confiar, confidente, perfidia (quebrantar la fides), infiel, fiar, federar, porfía. El cristianismo ha dado otro significado a fe. Hubo un antiguo afiuzar, dar confianza a alguien, que evolucionó a ahuciar, y de este viene desahuciar, que es perder la confianza el Banco en que vas a pagarle. La raíz es indoeuropea, aparece en las más alejadas lenguas.


Y, para acabar, le resumía yo a Juan Carlos que la teoría de las raíces, aun siendo una hipótesis sin posible comprobación, está tan cargada de argumentos por sabios tan cultos que es necesario aceptarla. Las raíces sufren transformaciones muy grandes por variaciones de vocales, por añadidos de sufijos, etc. Pero la Lingüística es una ciencia muy seria y no hay más que entender, aceptar y estudiar lo que los sabios nos dicen. Ejemplo: Nos dicen que reloj deriva de logos y nos quedamos perplejos, pero te explican que había un instrumento, el horo-logium, que estudiaba las horas, y que esta palabra ha ido sufriendo evoluciones, desgastes, hasta llegar a reloj, y hay que aceptarlo como algo científico. Aunque a veces hay discusiones, opiniones, y unos autores defienden una cosa y otros otra.

sábado, 14 de febrero de 2015

Buenas noches. Alegrías




¿En qué se diferencia la alegría de quien tiene fe religiosa de la de quien no la tiene? 

Buenas noches.

martes, 2 de diciembre de 2014

Buenas noches. En mala hora




Te acostumbraron desde que naciste a creer que había milagros, que las situaciones difíciles te las arreglaban desde arriba. Sólo tenías que pedirlo mucho y hacerlo con convicción, pero sin que fueras tú quien cargaras ni con el peso de la situación ni con su arreglo. Un día te diste cuenta de que estos negocios eran una farsa, aunque tuvieran la enorme ventaja de que te tranquilizaban, de que te sumían en un estado secundario, en el que lo que sólo había que hacer era pedir, rezar, suplicar y esperar. Cuando un día descubres que estas solo, que nadie te va a arreglar tus problemas por mucho que lo pidas, cuando te das cuenta de que la vida es más cosa del conocimiento que de la fe, entonces el mundo y la vida se te caen encima y te convences de que tienes que remangarte y ponerte a trabajar si quieres conseguir algo; que si enfermas, es cuestión de que los médicos se pongan a curarte y que de poco vale que tú reces; que si tienes un problema con alguna persona, lo tienes que solucionar tú y que nadie desde no sé qué escondido lugar te va a echar una mano. Descubres que las creencias producen gente inmadura, débil, dependiente y de argumentos extraños. Si quieres crecer, tienes que ser tú, con tu trabajo y con tu sufrimiento, quien crezcas. Antes, cuando estabas nervioso o angustiado, ibas a la iglesia con la esperanza de salir de allí reconfortado, igual de inmaduro, pero más tranquilo. Ahora hemos aprendido que los médicos, la química y el deporte son capaces de hacer que tomes conciencia de tu situación y de que seas tú quien salga adelante. ¿Por qué nos acostumbraron desde pequeños a eso tan cómodo de los milagros para que luego se quedara en nada? En qué mala hora lo hicieron.

Buenas noches.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Lo que veo cuando miro. Falta fe




En general, la gente no cree en la tecnología telefónica, especialmente en la de los teléfonos móviles (celulares, para los de allende el Atlántico). Su carencia de fe se advierte enseguida en el volumen de voz que usan para hablar, como si fuera su potencia vocal la que transportara el sonido y no la red telefónica. Es posible que de otras creencias anden sobrados, pero en la telefonía parece que no creen mucho. 

Buenas tardes.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Buenas noches. Los maleducados 2



Los maleducados imparten doctrina allá por donde van, pero no entienden, ni les interesa hacerlo, que una cosa es la ciencia, que se basa en el buen uso de la razón, y otra la religión, que se fundamenta en una fe, en una creencia.

Los maleducados hablan de libertad, pero sólo toleran que sean libres los que tienen capacidad económica para ello.

Los maleducados se presentan siempre como ejemplos de humanidad, pero educan a sus hijos en colegios tendenciosos, en donde no se puede hablar de lo que existe, sino de un mundo imaginario en el que los alumnos terminan odiando la realidad.

Buenas noches.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Buenas noches. Creencias




Hubo un momento en el que a alguien se le ocurrió creer en lugar de saber. Se comenzó entonces a sustituir el conocimiento científico comprobable y demostrable por la aceptación de algo ajeno a la ciencia, pero que se consideraba una verdad superior a cualquiera de las científicas. La fe se situó entonces por encima de la razón.

Tan fuertes eran las emociones que producían estas creencias, que empezaron a considerar que debían ser aceptadas por todos los seres humanos, aunque ninguno de estos hubiera tenido experiencia alguna que justificara esa extraña maniobra mental.

Estas creencias ajenas a la razón se fueron considerando poco a poco como ideas que debían traducirse en hechos sociales que todos debían asumir. Se intentó así crear una sociedad basada no en la razón, sino en la fe; no en la ciencia, sino en la religión; ni siquiera en una hipotética religión universal, sino en la religión de unos pocos.

Algunos de estos creyentes eran ricos y no tuvieron inconveniente en usar sus creencias para obtener beneficios económicos. Intentaron así alcanzar el poder para desde él dominar las conciencias de la gente, especialmente las de los menos ilustrados, de los más débiles y de los más miedosos, mientras ellos adaptaban la sociedad a sus intereses. Para preservar sus creencias, fueron poco a poco eliminando el conocimiento, la crítica, la racionalidad, la ciencia.

Cuando, en un momento de iluminación, la sociedad quiso despertar, no supo cómo hacerlo. Algunos, entonces, recurrieron a la violencia. Buenas noches.

viernes, 24 de mayo de 2013

El disparate exorcista




El espectáculo al que estamos asistiendo en nuestra sociedad es grandioso. No teníamos bastante con las sarta de mentiras públicas, con las variadas corrupciones, con la creciente violencia de género o con los disparates políticos, y ahora sale el eminentísimo cardenal Rouco y le da por crear nada menos que un Cuerpo de exorcistas.

Yo cada vez tengo más confuso el sentido que puede tener hoy la religión. No sé a qué se dedican estos curas de altura. Ahora parece que les ha dado por el demonio y pueden hacer mucho daño a todo aquél que se deje. Allá cada cual.

Pero lo que me parece muy peligroso, pero que muy peligroso, es que, por un lado, se intente implantar un sistema educativo en el que están ausentes las materias que enseñan a pensar, a argumentar, a criticar; y, por otro, que aparezcan estas actitudes que invitan a creer que hay problemas en la realidad que tienen que ver con un ser tan peculiar como es el demonio y que se solucionan con la intervención de una especie de hechicero que, haciendo una serie de mojigangas, logra vencer al diablo intruso. Si esta actitud tan bruta, tan irracional, tan primitiva cala en la mente de una persona, será muy difícil que esa persona se ponga luego a analizar racionalmente la realidad y a intentar mejorarla con actitudes racionales.

Ayer nos reíamos con esta ocurrencia de los demonios y los exorcistas. Y es lógico que a estas alturas estas ocurrencias nos hagan reír. Pero hoy más bien me da una mezcla de pena, de miedo y de asco. El daño que pueden hacer en las mentes más débiles es enorme. Desde hace mucho tiempo pienso que estos curas oficiales han perdido la fe. Hoy creo que, además, han perdido la razón.

sábado, 28 de abril de 2012

Contra la fe de las religiones




En la evolución del ser humano concreto, de cada individuo, hay un paso cualitativo importante desde la fe hacia la razón. El niño no sabe casi nada, pero debe creerse lo que le dicen los mayores, porque, si no lo hace, seguramente no sobrevivirá. A medida que va creciendo en él el uso de la razón y va adquiriendo conocimientos, tiene que dejar de creerse lo que le dicen, para ser él mismo, con su saber, el que dirija su propia vida.

Lo mismo ocurre cuando se considera la especie humana. Los primeros seres humanos no estaban en condiciones de usar la razón de la misma manera que la podemos usar ahora. Tenían que echar mano de la fe, de las creencias en lo que algunos grandes hombres les decían, para poder lograr la supervivencia. Posiblemente este sea el origen de algunas normas higiénicas o éticas que se han transmitido a lo largo de la historia. Cuando el ser humano ha ido acumulando conocimientos y ha sido capaz de interpretar el mundo con la razón, ha ido reinterpretando lo que antes creía y ha ido rechazando aquellas normas que le parecían injustas, absurdas o irracionales.

En el momento histórico actual no parece muy justificable que un ser humano desarrollado y consciente de las capacidades humanas siga anteponiendo su fe religiosa-una de las fes posibles- a lo que le dice la razón. No parece concebible que, por ejemplo, se siga discriminando a las mujeres, como hacen prácticamente todas las religiones, cuando la razón te hace comprender que todos los seres humanos somos iguales en derechos, con independencia del sexo que se tenga. Por eso parece una maniobra de escasa calidad humana la de la Iglesia católica británica, que ha pedido ayuda a las comunidades judías y musulmanas para ir en contra del proyecto de legalizar el matrimonio entre personas homosexuales. Si hay un contravalor que detecta enseguida el retraso en el desarrollo humano de una persona, este es el de la intolerancia. Por eso, estos rancios religiosos quedan pronto al descubierto. No me extraña que cada vez haya más personas que se sitúen en contra de las Iglesias y, por extensión, contra todas las religiones: no les dejan vivir.

viernes, 26 de agosto de 2011

La fe y la economía




La peregrina idea de reunir a miles de peregrinos en Madrid en el mes de agosto se hizo realidad, nos secuestró la ciudad durante unos días y parece que se acabó ya. La ciudad se llenó de jovencitos que cantaban aleluyas sin piedad a cualquier hora, acompañados por sus pastores, algunos de ellos cargados de gruesos hábitos bien pensados para el calor, y por monjas, que seguramente quisieran ser pastoras, pero que no se lo permiten las reglas machistas que ellas mismas han asumido y que les obligan a ir con la cabeza cubierta y el hábito encima, como para aparentar que no son mujeres.

Vinieron, al parecer, por cuestiones de fe. Dicen creer en Jesucristo, que murió y resucitó y que les prometió otra vida después de la muerte. Esta preocupación tan obsesiva por el más allá les impide, por una parte, dedicarse con más atención a lo que ocurre en el más acá, y olvida, por otra, el mensaje de Jesucristo, que también habló de pobres, de igualdad, de amor al otro y de asuntos que exigirían un compromiso de un estilo distinto al de limitarse a proclamar que hay otra vida tras la muerte. Tan trascendente propósito exige mucha fe. Tanta que por lo que se ve tienen que organizar mítines como el de estos días para reafirmar su creencia, a menos que lo que pretendan sus organizadores sea realizar una campaña de marketing y de difusión de la marca, para la que hayan utilizado a los peregrinos, a los pastores, a los gobiernos, a las televisiones y a todo el que se haya dejado. Sea lo que sea lo que haya ocurrido, la fe estaba por debajo de todo lo que hacían y decían estos peregrinos, lo que les mantenía vivos y tan sospechosamente alegres. En qué pueda acabar esta alegría cuando se les enfríe el fervor, cualquiera lo sabe, pero si intento enfocar el asunto desde el punto de vista psicológico, me empiezo a preocupar.

El caso es que se fueron los peregrinos y parecía que nos íbamos a poder dedicar a cuestiones más racionales y más humanas, que íbamos a poder afrontar con mayor responsabilidad los problemas cotidianos, cuando nos aparece en el plato una reforma de la Constitución para ayudar a intentar resolver la crisis económica (¿económica?) que nos azota.

Uno tiende a pensar que lo que controla y domina la realidad en la que vivimos no es la política, como podría parecer, sino la economía. Si durante algún tiempo sirvió aquello de ‘saber es poder’, ahora el poder lo detenta el que tiene riquezas y el político hace lo que puede en la red que le teje la economía.

Pero de economía sabemos poco el común de los ciudadanos. Y, encima, como en todo, no existe la economía, sino las economías. Parece que los neoliberales no son muy de fiar porque les importamos todos más bien poco y sólo van a su propio interés. Pero, una vez dicho esto, ¿incluimos en la Constitución el techo del déficit o no? ¿Con flexibilidad o sin ella? ¿Con referéndum o sin referéndum? ¿Tiene alguna idea el común de los mortales de estos asuntos? ¿Hay que dejar crecer la deuda para que no peligre el Estado de bienestar, pero con los mercados en contra, o hay que controlarla? ¿Es mejor en estos momentos la contención del gasto o la inversión por parte del Estado para crear empleo? Todos estos asuntos tienen un planteamiento racional y una solución que convencerá a unos o a otros, pero aun en esos casos, la postura que se adopte contendrá un componente de fe, que será mayor cuanto menor sea la cultura económica del ciudadano. En un mundo tan complejo como el que vivimos no podemos, lamentablemente, prescindir de la fe. Menos mal que en este caso, por lo menos, es una fe algo distinta de la de los peregrinos.