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domingo, 10 de abril de 2016

Un trabajo bien hecho




En un principio existía en España el bipartidismo. Luego, se creó la idea de que los dos partidos que existían eran lo mismo y que había que acabar con el bipartidismo. Se dijo que lo que había era viejo y que había que dar entrada a lo nuevo, dando por descontado que lo nuevo era ya bueno. Ingenuamente pensé que lo que se pretendía era que apareciera un pluripartidismo y que esta pretensión llevaría aparejada una voluntad de crear pactos que hicieran gobernable el país. Se rompió el bipartidismo y aparecieron múltiples partidos, unos más exigentes que otros, unos con más deseos de pactar que otros. Alguno de los partidos era tan exigente que, a pesar de tener una minoría que, benévolamente mirada, podía llegar a la quinta parte de la cámara, exigía que el país fuera gobernado con sus particulares criterios, pasando por encima de los del resto de partidos. Era como si prácticamente estos no existieran. Lo que parecía ser nuevo fue pronto evolucionando hacia lo viejo y, aunque no llegaba a identificarse con ello, iba manifestando vicios muy antiguos. Parecía que la inicial guerra contra el bipartidismo no era para que apareciera el pluripartidismo, sino para que irrumpiera un monopartidismo protagonizado por ellos. La exigencia era de tal fuerza que no les importó arriesgarse a que de nuevo pudieran mandar los que habían generado la situación que se estaba viviendo. Con independencia de la existencia del resto del país, que, lamentablemente, pensaba y votaba de manera distinta a ellos, querían que se gobernara como a ellos les parecía bien. No les importaba demasiado tampoco que se contradijeran con frecuencia, que rompieran por su cuenta las negociaciones, que la democracia sufriera con su actitud y que el posible pacto entre varios fuera con ellos una misión imposible. Era como si su razón se pudiera y se tuviera que imponer, por ser suya, por encima de las demás razones. Así el país ha ido pasando del desgobierno al imposible gobierno. Un trabajo bien hecho.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Lo que veo cuando miro. El partido único



Comenzaron queriendo echar abajo el bipartidismo. Pensé que pretendían una situación a la italiana, con varios partidos que se las ingenian para gobernar, aunque cuando lo consiguen dure poco la legislatura. Yo no le veía la gracia ni la eficacia a la medida, pero era esto lo que decían.

Cuando pensaba que lo que buscaban era un pluripartidismo, empezaron a difundir que PP y PSOE eran lo mismo. Supongo que lo decían porque con un gobierno europeo dominado por el neoliberalismo de la derecha y por los ricos del Fondo Monetario y del Banco Central, en ningún país se puede ser alegre y libremente de izquierdas. Véase lo ocurrido en Francia y lo que está ocurriendo en Grecia. El PSOE se vio obligado en su momento a hacer concesiones para que España no fuera intervenida y eso lo interpretaron como que pretendía lo mismo que el PP. ¿Qué hubiese podido hacer otro partido de izquierdas en el poder?

Ahora que el PSOE ha ganado las elecciones en Andalucía, se trataba de que Podemos demostrara que lo que querían era pactar, llegar a acuerdos, hacer posible un gobierno en un contexto pluripartidista. Pues, por lo que se ve, no hay manera de pactar. Parece que con vistas a las elecciones no se puede ceder nada ante el PSOE, después de haberlo puesto a parir tan duramente. Si Podemos lo hace, es posible que piensen que en un electorado con poca experiencia de pactos -igual que ellos- perderían credibilidad.

Yo creo que poco a poco van poniéndose las cosas algo más claras. Hoy he visto en el muro de una seguidora de Podemos la imagen con la que ilustro este comentario. Resulta que al PP hay que tirarlo a la basura, y al PSOE, también. Lo de acabar con el bipartidismo, en realidad, quería decir que había que acabar con los dos partidos principales. ¿Para qué? Pues parece evidente que para ponerse ellos, que traen lo nuevo y la solución a todos los problemas. Acabar con el bipartidismo no era entrar en un pluripartidismo, sino en un monopartidismo, en el de su partido.


Y esto sí que me parece francamente peligroso. De partidos únicos yo no quiero saber nada, que ya la historia nos ha mostrado lo que dan de sí. No me extraña que muchas personas sencillas les tengan miedo. Espero que este experimento siga bajando en las encuestas y en las votaciones, porque no me imagino nada bueno con ellos en el poder.