Me inquieta esa creencia infantil en
que una moda de hoy va a ser definitiva, esa renuncia a reconocer la
belleza de la piel por sí sola, ese afán por dirigir la mirada
hacia unas figuras pintarrajeadas, en lugar de hacerlo hacia la forma
del propio cuerpo, esa estética de tan escasa calidad con la que se
decora la piel como si fuese un mural, esa ingenua pretensión de
aparentar ser modernos por fuera, aunque por dentro se participen de
las ideas más rancias y trasnochadas, ese deseo de ser como todos o
de ocultar más cuerpo que nadie, esa inconsciente participación en
el negocio mundial del tatuaje, tras el que ya empieza a aparecer el
más caro negocio de su eliminación. Lógicamente, allá cada cual.
Buenas noches.