Mostrando entradas con la etiqueta angustia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta angustia. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de enero de 2020

Buenas noches. Pasa



Cuando estamos mal, cuando la angustia se apodera de nosotros o, simplemente, cuando estamos cansados, tendemos a creer que estamos solos en el mundo, que no tenemos que preocuparnos por nadie porque no tenemos nada que aportar y que el mundo debería dejar de ser tan canalla. Menos mal que todo pasa. 

Buenas noches.

miércoles, 27 de junio de 2018

Buenas noches. Angustia




Lo que me preocupa no es tanto la muerte como la vejez. 

Buenas noches.


viernes, 7 de diciembre de 2012

Buenos días. Felicidad




Me parece que la felicidad se apoya en la tranquilidad, en la ausencia de preocupaciones fuertes, acuciantes. Es algo que ocurre a veces, durante un rato, posiblemente en momentos de amnesia o de emociones positivas y fuertes. Son momentos que hay que aprovechar para respirar hondo, para contemplar la vida y para hacer lo que a uno le dé la gana antes de que vuelva de nuevo la conciencia, de que la cruda realidad se te vuelva a poner delante y de que las preocupaciones, con sus angustias, se adueñen de nuevo de tu vida. Ojalá hoy tengas algunos de esos momentos. No te olvides de que la música ayuda mucho.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Día Internacional de la Mujer. Machismo / 10. La angustia

Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Reproduzco aquí la entrada publicada en este blog el 16/9/2009.

“La angustia por lo que me dirá que he hecho mal cuando venga. El miedo a qué se le ocurrirá hacerme. El terror a cómo me pegará hoy. El desconsuelo por lo que verán hoy los niños. La desesperación por no saber qué hacer ni a quién acudir. La vergüenza por si me ven otra vez con los ojos morados y los cardenales en los brazos. El martirio de vivir así, con el miedo permanente, con la amenaza constante. El tormento de vivir sin querer vivir, sólo pensando en los hijos. La desgracia del tiempo que hace que no puedo sonreír. Sólo llorar y llorar, como una esclava, sin recursos, sin independencia, sin libertad, sin vida, sin salida, sin esperanza.”

Se oyó un portazo y una voz que dijo.

- Vamos a ver, hija de puta, cuántas veces te tengo yo que decir las cosas. Ya estás viniendo para acá.
.




.

martes, 2 de noviembre de 2010

La boda


He estado en una boda como Dios manda, con cura, vestido blanco con cola, pedrería fina, fracs, banquete, risas, vivas, sable para partir la tarta, sorpresas y emociones variadas. Todo muy bien. Ha sido una ocasión espléndida para reunir a miembros de la familia dispersos por la vida o, como es mi caso, por una peculiar y poco aglutinadora idea de los parentescos.

Lo de los parentescos ha sido lo peor del acontecimiento. Como no tengo facilidad para concentrarme durante mucho tiempo en los eventos en sí mismos, sino que se me va la cabeza y me pongo a pensar, me di cuenta de que ya había conocido a lo largo de mi vida a mi abuelo, a su hija, que era mi tía, a su nieta, que es mi prima y la madre del novio, que sería bisnieto de mi abuelo, y a los sobrinos del novio, los nietos de mi prima, que serían tataranietos, o así, de mi abuelo. He visto ya cinco generaciones. Seguramente esto sólo es posible en estos tiempos en los que la esperanza de vida es alta.

Desconozco cuál es el parentesco que me une con el hijo de mi prima, si es primo, sobrino u otra cosa distinta. No tengo la menor idea de lo que serán respecto a mí los nietos de mi prima, unos chicos encantadores y educadísimos, lo cual hoy es raro de encontrar. El caso es que quise contarle a la hija de mi prima una anécdota de mi abuelo, que era su bisabuelo, y me formé tal lío intentando contarle los parentescos desde su punto de vista, para que lo entendiera mejor, que creo que ni me expliqué ni, lógicamente, captó el mensaje.

Quise interpretar el origen del frustrante relato y me tropecé con la fuente de la angustia. Cinco generaciones. La silla que antes viajaba mirando hacia delante ahora ya está de costado y dentro de nada mirará hacia atrás. Es la urgencia por vivir. Es el río que se acerca a la desembocadura y que misteriosa y peligrosamente se ensancha, como si el delta fuera una dulce mentira para suavizar la llegada al mar.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La vida contemporánea

Estuvimos a punto el jueves pasado de ir a la inauguración de la exposición de Darío Villalba, en la Galería Marlborough. Luego, el tiempo, que es lo más breve que hay en la vida, no dio de sí y no fuimos.


Ayer, Juan Cruz, en su blog, hablaba del acto y de esa pintura y dejaba caer una frase muy certera, según me parece a mí:


... el resultado [de su pintura] es esencial, sobrio e inquietante: es un
retrato de la soledad, de la alegría y de la angustia, que son los elementos
básicos de la vida contemporánea y de la vida de siempre.


Soledad, alegría y angustia. Son características de la madurez humana, de la toma de conciencia de lo que significa ser persona en el mundo. Habría, quizás, que explicarlo un poco, porque la soledad creo que se refiere a una soledad radical, que cristaliza en el nacimiento y en la muerte, pero que se vive también a la hora de elegir, de decidir, de prescindir y de vivir tantas situaciones. Y la angustia, que no hay que confundir con nerviosismo ni con tristeza, sino con la presencia constante de la idea de la muerte en la vida. Una angustia que no debe ser paralizante, sino fructífera: sólo si eres consciente de que te vas a morir tendrás urgencia por vivir y por sacarle partido a cada minuto de la vida. Porque vivir no es pasar por aquí sin darte cuenta de lo que haces, sino intentar ser consciente y disfrutar de todas y cada una de las pequeñas cosas que haces, mandando así cada minuto a tomar vientos a la muerte. Disfrutar escribiendo este post. Disfrutar recibiendo un post de un amigo o de una amiga o de alguien a quien no conoces de nada. Disfrutar con un beso. Disfrutar haciendo deporte. Disfrutar porque hay un poso de angustia que te dice que te vas a morir y que tienes que espabilarte. Y queda la alegría, claro. Lo más gratificante de todo.
.

.