Ni ante la injuria, ni ante la enfermedad, ni ante el golfo, ni ante ningún opresor. Nunca hay que agachar la cabeza. Nuestra dignidad debe estar siempre presente, pero cuando sea uno el equivocado, debe ser el primero en agacharla y pedir dignamente perdón. Nadie nos debe quitar la nobleza. Ni nosotros mismos.
Buenos días.