El 9 de abril de 1609, hace justamente 400 años, Felipe III tomó la determinación de expulsar de España a 300.000 moriscos. El profesor Manuel Peña Díaz, profesor de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba y director de la revista Andalucía en la Historia, explica en la edición andaluza de El País del 10 de abril que con tal medida el rey lo que quería dejar claro era que los españoles eran tan católicos que eran capaces de expulsar del país al 4,30 % de la población. La excusa era que había peligro de que se aliasen con los otomanos o con los berberiscos del norte de África. Pero parece que la causa la real fue el fracaso de la Iglesia al no poder convertirlos totalmente.
Los moriscos eran los cristianos nuevos, es decir, musulmanes que se habían convertido al cristianismo. Tal conversión, sin embargo, no parecía muy convincente a los ojos cristianos. El profesor Peña comenta que
"Una de las formas que los cristianos tenían de detectar a los moriscos era por la higiene. Los acusaban de que se lavaban una vez a la semana, los viernes, y que incluso lo hacían en diciembre; frente a los cristianos que huían el baño. Parece ser que el tiempo le ha dado la razón a los moriscos y que sus costumbres son ahora las nuestras. Ellos cocinaban con aceite de oliva, mientras que los cristianos lo hacían con tocino; comían muchas frutas y verduras, usaban perfumes y vestían ropas de colores vivos".
Añade también el historiador que el origen del cante flamenco podría estar en estos moriscos que, para evitar su éxodo, se unieron a los gitanos nómadas llevando consigo sus cantes y sus bailes.
Hay que conocer la historia, aunque sólo sea porque estos afanes exclusivistas e identitarios hay gente que los lleva dentro. Y conviene que no salgan.
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