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domingo, 8 de octubre de 2023

La cultura de la violación, por Manuel Casal, en MasticadoresFEM




En la terminología feminista ocupa un lugar importante la cultura de la violación. ¿Por qué cultura de la violación? La cultura es la manera de vivir de un ser humano entre el resto de seres humanos. Es la forma de cultivarse que tiene un ser humano para convivir con los demás. Es distinta de la instrucción, que consiste en saber cosas, como el teorema de Pitágoras, o la manera de construir un rascacielos. Se puede ser muy instruido, pero, a la vez, inculto, y, al revés, muy culto, pero poco instruido. Todos conocemos a personas que destacan en su profesión, pero que como seres humanos dejan mucho que desear, es decir, son incultos; y, también, a personas sin estudios, pero buenos ciudadanos con grandes valores humanos, o sea, cultos. El primer paso en el camino de la cultura es el de la educación que toda familia que decida tener hijos debe darles a estos en casa, ejercitando los valores humanos y enseñándoles comportamientos sanos y constructivos...

Puedes leer completo el artículo de Manuel Casal pulsando aquí.

sábado, 2 de julio de 2016

Buenas noches. Escritores



Viajaba yo en el Cercanías leyendo un libro que me estaba decepcionando. Desde detrás de mí avanzó con andar pausado una mujer de unos cuarenta años, vestida con una falda larga, y se situó mirando hacia donde yo estaba, pero dos o tres asientos más adelante. Tenía unos extraños ojos, como hinchados, enrojecidos y un tanto cerrados. Se sentó, levanto los dos pies a la vez y, siguiendo la lamentable y sucia costumbre actual, los depositó en el asiento que tenía enfrente. Al verle yo la cara, me entraron enseguida unas ganas enormes de seguir leyendo el libro aquel, aunque no me interesara demasiado. No quería ni imaginar que la mujer aquella me dirigiera la palabra.

Al poco tiempo oí que contestaba a alguien -un hombre- que le hablaba desde el asiento que estaba a su altura, en el otro lado del pasillo. Hablaban en voz alta. Ella, en voz muy alta y como dando a entender que tenía toda la verdad de la vida y que estaba bastante enfadada con el mundo. El otro hablaba en un volumen algo más bajo, pero no paraba de hablar. Alguien se cambió de asiento y permitió que la mujer y el hombre pudieran sentarse juntos para no tener que gritar, según dijeron. Fue inútil, porque siguieron hablando a voces.

Pronto comenzaron a contarse sus vidas. Nos enteramos de que en casa de ella entraba, sin que nadie se lo impidiera, alguien, al que llamaba con frecuencia “el gilipollas”, cargando mucho el sonido de la g inicial, y también “mi ex”. Supongo que serían la misma persona. El tal, según decía, le tenía la casa hecha una pocilga, aunque aún quedaban restos de moqueta en algunos rincones, pero los muebles parecían los de un cementerio. Esto no lo entendí del todo bien. Contó que a los trece años fue violada delante de sus padres por cuatro hombres, de los que aportó sus nombres. Estos mismos cuatro, a continuación, encerraron a los padres en una habitación y los mataron, para, seguidamente, volverla a violar en presencia de los cadáveres. Luego se alistó en el ejército y llegó a ser una “puta boina verde”.

-Figúrate -decía.

Ahora venía de un concierto y de librarse de un tipo que, según contó, quería echarle una litrona por encima y mojarle toda la ropa. El otro era un jovencito que llevaba la cabeza rapada, salvo la parte superior central, en donde le aparecía una zona muy poblada de pelo con la forma de una tortilla de patatas. Le dijo a la mujer que seguía vivo gracias a que estaba en tratamiento psiquiátrico, porque se había llegado a enrollar hasta con cinco hombres, aunque él no era homosexual. El asunto era que le aparecían en su vida esas situaciones y el no decía que no. Lo que le ocurría era que no sabía decir que no. Parecía contento, porque hablaba con una cierta sonrisa. Era más difícil de entender lo que decía él, pero ella le contestaba siempre con contundencia y haciendo frecuentes referencias al “gilipollas”.

La mujer viajaba hasta el final de la línea, pero él se bajó unas estaciones antes. Cuando se iba, le dijo en voz alta por el pasillo que a ver si coincidían otro día y seguían contándose sus vidas, a lo que le respondió que a ver si era verdad. Ya desde la puerta, le gritó:

-Yo podría escribir un libro.

A lo que ella le respondió con el mismo vozarrón y la misma determinación que había usado antes:

-Nos ha jodío. La que tiene para escribir un libro soy yo.


Estas declaraciones finales me produjeron cierta preocupación, porque ando yo buscando historias para escribir algo, con escasísimo éxito, y de pronto me encuentro a dos personas, de las de teléfono en mano, pies en el asiento y grito fácil y enseguida manifiestan su capacidad para afrontar tan dura tarea. Desde luego, ¡hay que ver lo mal que está repartido el mundo! Debo de tener una vida tan sumamente sosa que no me da ni para un libro.

Buenas noches.

viernes, 9 de mayo de 2014

Lo que veo cuando miro. ¿Justicia?



Esta es la idea de justicia que tiene esta derecha salvaje que nos gobierna gracias a sus votantes y a todos los que se abstuvieron de votar.

sábado, 6 de octubre de 2012

Silencio sobre Castelao





El señor José Manuel Castelao Bragaño, actuando como presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior; la señora Fátima Báñez, ministra de Empleo, que lo propuso para el cargo; el Gobierno de España, formado por miembros del PP; los diputados y las diputadas del PP; los votantes del PP y todos los que se han callado y no se han manifestado en contra de las gravísimas declaraciones del primero: “Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”, en mi opinión, se autodescalifican.

El silencio y la ausencia de condena de todos estos señores y señoras significa que no se oponen a que en la sociedad haya gente que piense así sobre las leyes y sobre las mujeres. La falta de respeto que supone esta actitud, su brutalidad, su falta de ciudadanía, de sentido humano, de racionalidad, de sensibilidad, junto con la incitación a la delincuencia y a la violencia de género que encierran me parecen unos de los fenómenos más graves ocurridos desde hace tiempo en nuestra sociedad. Echo en falta alguna iniciativa de la Fiscalía del Estado que sanee esta malsana situación.

La falta de ética que encierran todos estos silencios, junto con el estruendoso ruido de esta desgraciada frase, explican también cómo quieren que sea la educación en España. Nada de Ética para que se erradiquen estas actitudes. Nada de Educación para la Ciudadanía para que el respeto, la igualdad y la moral sean los que habiten las mentes de los ciudadanos. Se quieren ciudadanos maleducados y salvajes, que vivan como quieran, pero que, a lo sumo, no digan estas cosas en público. El cinismo por encima de todo.

La crisis económica es dura, pero la crisis moral que el neoliberalismo, encarnado aquí por estos personajes impresentables del PP, está imponiendo en la sociedad va a tener consecuencias aún peores para la sociedad. Sólo una torpeza profunda o una ceguera interesada pueden explicar tanto silencio y tanta complicidad con estas opiniones degeneradas sobre el sentido de las leyes y el respeto a las mujeres.

martes, 7 de julio de 2009

Mujeres soldados


"¿Sabes qué? Podría violarte ahora mismo y nadie te oiría gritar, nadie sabría lo que ha pasado", le dijo un soldado una noche tras acabar su turno de guardia.


"Para los soldados una mujer es sólo una de estas tres cosas: un bicho, una puta o una lesbiana".


Uno de los militares explicó la razón por la que había mujeres en el Ejército: "Envían chicas sólo para alegrarnos la vista", le dijo. La teoría es que en Vietnam había prostitutas, pero no las hay en Irak, así que esa función la suplen las soldados. "Ésa es la razón por la que hay mujeres en el Ejército", dijo.


Fue violada por un soldado mientras guardaba una posición, lugar que no abandonó hasta que acabó su turno para ir, sin ducharse (para no borrar las pruebas de la agresión) a presentar una denuncia. Entonces le dijeron que si la presentaba le podían acusar de haber dejado su arma abandonada (¡durante la violación!). "Dejé el Ejército. Soñaba con convertirme algún día en oficial, como mi padre y mi abuelo, pero debido a que soy mujer ese sueño nunca se hará realidad".


Chantelle Henneberry, quien sufrió un intento de violación por parte de un compañero en Irak, cuenta que a partir de media tarde nunca bebía nada, a pesar de que hubiera 40 grados de temperatura y se desmayara por deshidratación. "Tenía pánico de ir a las letrinas sola". Sabía lo que le esperaba.


Cuarenta mujeres han relatado sus experiencias a la profesora de periodismo de la Universidad de Columbia Helen Benedict en el libro El soldado solitario: La guerra privada de las mujeres sirviendo en Irak. De esas 40, 28 fueron violadas, agredidas sexualmente o acosadas.


Puedes leer el artículo completo, aparecido en El País del 21 de abril de 2009, pulsando aquí.