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domingo, 4 de junio de 2023

Sufrimiento inútil



Alguna vez observo en alguna persona una actitud o algún acto que no me gustan, que me molestan, que me parece que sobran. Entre mis ideas y lo que veo surge entonces una tensión que me produce decepción, contrariedad y sufrimiento. Me parece que la reacción más sensata entonces es aceptar la situación. Si quien ha cometido el acto no es capaz de darse cuenta de lo que ha hecho y reaccionar de manera constructiva, es muy difícil que hoy se pueda dialogar abiertamente y poner el asunto encima de la mesa. De manera que lo más económico es aceptarlo, no intentar ir contra lo que te hace sufrir y seguir adelante. El coste emocional para la relación, por escasa que sea, con esa persona puede ser caro, pero hoy se dicen las palabras con tal seguridad, se necesita tanto tener razón en lo que se dice, que es muy infrecuente que alguien ponga en discusión sus actos o sus actitudes o que noblemente admita la posibilidad de que el otro pueda tener razón. No me suele merecer la pena gastar energías en la discusión.

Es lo mismo que cuando a uno le surge una enfermedad imprevista o le sale algo mal. Es mejor, en lugar de lamentarse y de buscar algún culpable inexistente, aceptarlo, hacerse a la nueva situación y, desde ella, hacer lo que pueda ser más eficaz.

No creo que debamos gastar demasiadas energías en sufrir inútilmente.


domingo, 2 de mayo de 2021

Dicho ya- Cultura




2 de mayo de 2016

 Admiro esos países que no solo son capaces de detectar bien los problemas importantes que sufre la población, sino que se ponen todos juntos a buscar soluciones y no paran hasta que no las encuentran. Me cuentan que un país nórdico tenía pobres resultados en lectura. Se reunieron los partidos políticos, buscaron soluciones y convirtieron al país en uno de los que mejores resultados tienen en la actualidad. Esto sí creo que es una muestra de cultura. La cultura -no hace mucho lo puse aquí- no es un saber cosas, sino ser capaz de crecer, de crear, de hacer que cada ser humano y cada pueblo avance.

Qué lejos estamos.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Dicho en el pasado. ¿Es esto posible?


Las palabras salen al ritmo que marcan la mente del hablante y la comprensión del oyente. No hay prisas, sino una calma voluntaria que no se quiere perder.
No se trata de ganar ninguna partida. Cada uno dice lo que piensa, y el otro piensa lo que oye. No es una batalla, sino un paseo común por el campo de la palabra.
El volumen de la voz es el conveniente para que los interlocutores se oigan, pero sin que nadie más se vea en la obligación de oír sus palabras.
Los silencios no son tiempos muertos, sino activos. Son compartidos, pero no problemáticos ni embarazosos. En el silencio se piensa y se habla. Se disfruta tanto de la palabra como del silencio.
El hablante observa la repercusión que sus palabras tienen en el oyente, para evitar el posible atosigamiento o un eventual cansancio.
Nadie interrumpe. El oyente acompaña atentamente al hablante hasta que acaba, salvo para ayudarle a expresarse, pero nunca para desviar el tema de su charla. Hay un respeto fundamental por el otro, por el acto de pensar y por la palabra.
La misma atención que pone uno al hablar pone el otro al escuchar.
No hay ruidos. En todo caso, sonidos que no distraen de la conversación.
No hablan de peculiaridades intrascendentes relacionadas con personas, y la conversación se centra en hechos o en temas de los que se puede conocer algo nuevo.
Unas notas de humor salpican la conversación. Su ausencia es más lamentable que su abuso.
Enseñan, si es el caso, pero ninguno pretende aparecer como enseñante, sino como aprendiz de lo que oye.
No juzgan a nadie, sino que analizan razonadamente lo que ocurre.
Los conversadores intentan crear un ambiente de cercanía, de empatía, de comprensión.
Cuando alguno no está de acuerdo, lo dice con amabilidad, eludiendo cualquier aspereza.
Sus miradas revelan cordialidad, incluso agradecimiento por el tiempo y por las ideas que el otro le regala a través de sus palabras.
Ninguno se considera superior al otro, por abundantes que sean sus conocimientos sobre el tema de la conversación.
Si uno descubre su propio error, lo reconoce noblemente y le da al otro el mérito que le pueda corresponder.
Los gestos son claros y expresivos, pero suaves. Enfatizan lo que dicen, pero buscando la precisión de las ideas, no su imposición al oyente.
La sonrisa domina el paisaje afectivo. Las discrepancias no rompen la relación que se crea al intercambiar honestamente las ideas.
Hablan con claridad y escuchan con atención. Ambos son presupuestos indispensables.
A través de la palabra sacan fuera lo mejor que tienen sus mentes. Comparten así su riqueza.
Me resulta cada vez más difícil poder conversar así.

domingo, 27 de octubre de 2019

Buenas noches. Escribo




Lo que escribo me lo escribo, lo escribo para mí, porque me lo digo a mí mismo. Si lo pongo aquí es por si le sirve a alguien, para que lo critique o para que lo acepte. Creo que es imprescindible dialogar con uno mismo para hacer una autocrítica indispensable y una crítica no menos necesaria que nos ayude a formarnos ideas adecuadas. 

Buenas noches.

sábado, 27 de julio de 2019

Buenas noches. Paz




La paz procede del diálogo. Quien niega el diálogo es que no quiere la paz. 

Buenas noches.


viernes, 11 de mayo de 2018

Buenas noches. Más miedos




Hay un miedo peculiar a las palabras “diálogo”, “acuerdo” o “pacto”. Las ven como un ataque directo a sus bajos intereses particulares, a sus privilegios o a su puesto en el último rincón del cortijo del cacique. 

Buenas noches.

sábado, 11 de junio de 2016

Buenas noches. Odio y oído



Observo mucho odio, mucho. Es un odio siempre vertical, porque en lo horizontal sólo cabe el amor. Se odia de arriba a abajo y de abajo a arriba. Se odia con la mirada, con los gestos, con las palabras, con los hechos, con los ninguneos, con los desprecios, con las descalificaciones, con las mentiras, con el cinismo, con la desvergüenza. Quien odia no dialoga, porque no deja hablar ni escucha, no tiene oído para el otro. El odio genera una sociedad odiosa, desagradable y en guerra. El odio produce más odio y fanatismo e intransigencia. En el colmo del disparate, hay quienes odian y no son conscientes de que están odiando. No le veo solución a este odio presente, salvo una decisión improbable de tener mucho más oído. 

Buenas noches.


jueves, 11 de junio de 2015

Ruido




Tenía razón Sabina: hay mucho, mucho ruido en esta sociedad. Demasiado ruido. En los ambientes abiertos a veces el ruido es ensordecedor. En los espacios pequeños resulta a menudo insoportable. En nuestro propio interior nos atolondramos con demasiada frecuencia. El silencio huyó despavorido hace tiempo. El diálogo se hizo moneda de coleccionistas ante las prisas, los monólogos, la necesidad de hablar y la rareza de escuchar. Con ruido no se puede hacer nada serio, ni pensar ni hablar ni crear. Todos los males evitables entran en la vida haciendo ruido. Necesito un mundo de silencios, de pausas, de gestos, de manos, de miradas, de sonrisas, de caricias, de abrazos, de escritos breves, de susurros, de contemplación. Quizás sea un mundo raro, como yo, que cada día creo que soy más raro, afortunada y desgraciadamente. Buenas noches. Besos y abrazos y silencio.

domingo, 4 de enero de 2015

Buenas noches. Desnudos




Siempre me desnudo el alma cuando quiero hablar con alguna persona. Y cuando esa persona se desnuda también, surge la emoción, el diálogo, el cariño, la vida buena. 

Buenas noches. 

Pensando en A.N.

sábado, 12 de octubre de 2013

Buenas noches. Enseñar y aprender





No puede haber una política buena y sana sin que lleve consigo una pedagogía. El político tiene que explicarle racionalmente al pueblo lo que hace, por qué lo hace y cuáles van a ser las consecuencias, tanto si se hace, como si no se hace aquello de lo que se trate. A la vez, el político tiene que estar abierto y escuchar lo que le dice el pueblo, tiene que establecer cauces de diálogo y de comunicación para no quedarse al margen de la sociedad que lo vota, porque si eso ocurriera, podría llevarle, incluso, a tomar medidas en contra del pueblo. No debería haber política sin un mecanismo eficaz de enseñanza y de aprendizaje entre el político y el pueblo.

Lo mismo ocurre en la vida cotidiana de las personas. Deberíamos mostrar con claridad y con nobleza a nuestra pareja, a nuestras amistades, a las personas con las que trabajamos y a todas aquellas con las que vivimos cuáles son nuestros valores, nuestros criterios, nuestras dudas, nuestras convicciones y todo aquello que pueda haber en nosotros y que pueda ser valioso para los demás. Y deberíamos también aprender de todas estas personas lo que pudiera servirnos para vivir mejor, más humanamente.

La vida buena es siempre una vida joven, en la que no hay nada definitivo, sino que todo está sujeto al aprendizaje mutuo y al diálogo. Buenas noches.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Lo que se ve. Ausencias




La dignidad, la decencia, la honestidad, la compasión, la humanidad, la igualdad, el diálogo, el espíritu constructivo, la importancia central de la ética, la humildad, la prudencia, la racionalidad son, entre otros, valores cada vez más escasos. Su ausencia es la que hace que el mundo sea malo.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Cómo dialoga el PP




Acabo de oír en la radio al presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, del PP, claro. Cuando le han preguntado que opinó Artur Más sobre lo que él dijo ayer en la Conferencia de presidentes, ha manifestado que el señor Más no contestó nada y que si lo hubiese hecho y hubiese dicho algo, él “hubiese seguido diciendo lo mismo”.

Este es el concepto de “diálogo” que usa el PP, o sea, una sucesión de monólogos, en los que lo que diga el otro no se oye o no se toma en cuenta, porque no se está dispuesto a conceder que el otro pueda tener algo de razón. Yo voy a lo mío, parece que dicen, y me da igual lo que pienses porque no te voy a hacer ni caso. Para ellos, el diálogo es un paripé, a veces necesario para guardar las apariencias, pero con el que, de entrada, no se quiere llegar a ninguna parte

Esta actitud con la que se trata al otro es la propia de quien practica la dictadura, el autoritarismo, el fascismo, la chulería, el desprecio y la cerrazón mental. Esta gente tiene el poder, pero sospecha que no tiene la razón. Por eso suelen huir de los periodistas, de la confrontación, del diálogo y de los pactos. No sé que pactos se podrían hacer alguna vez con gente de esta “calidad” intelectual y humana.

Y un aviso para todos pero, especialmente, para la juventud. Tiene que quedar claro que esto no es dialogar. Estas actitudes no son humanas, son rechazables éticamente y no conducen a situaciones positivas ni constructivas. Lo más importante del diálogo no es lo que se dice, sino la actitud de escuchar lo que dice el otro. Estos aficionados a la política, tan mal formados humanamente, deberían saberlo. Pero lo que quieren, sobre todo, parece que es mantener abierta la puerta del fascismo y de la dictadura.

miércoles, 4 de enero de 2012

La verdad



Prefiero no estar nunca en posesión de la verdad. No sé muy bien en qué pueda consistir la verdad, pero, en todo caso, no creo que existan muchas verdades, prefiero tener una opinión razonada que pueda ofrecer un grado suficiente de certeza. Esto me parece más humano, me hace estar más abierto a las opiniones de los otros y me producirá menos conflictos con los demás.

miércoles, 4 de agosto de 2010