Cada día es una aventura. Cada día es
un mundo. Cada día es una vida que hay que vivir. No todo en la vida
es malo, ni todo es bueno. Pero ocurre últimamente -no sé si lo
verás así- que lo bueno de la vida aparece siempre, es verdad, pero
lo hace en medio de una maraña de negatividades, de inconvenientes,
de maldades, y parece que lo bueno es lo excepcional, lo raro. A mí
muchos días me lo parece y me alegraría que tú lo vivieras de otra
manera.
En todo caso, quiero estar atento, muy
atento a todo lo positivo que nos ofrece cada día y celebrarlo con
entusiasmo. Porque es verdad que siempre aparece lo agradable, lo
alegre, lo bueno de cada jornada. Siempre está esa persona cariñosa,
esa cara bonita de una amiga, esa persona que vuelves a encontrar,
esa frase ingeniosa, esa mano en tu hombro, ese abrazo reconfortante,
esas flores que aúnan la fuerza vital y la belleza, ese verde
primavera -también esas jodidas nubes, qué cruz-, esa música que
te llena, ese silencio en el que te encuentras, esa comida hecha con
amor, ese sueño reparador que pronto se apoderará de ti. No te
olvides, antes de que desconectes con tu sonrisa en los labios, de
respirar hondo para que se te hinche el alma y salgan de ti los
restos de negatividad. Y de acordarte de la gente a la que quieres.
Rocíalos a todos con besos, abrazos y risas. Al fin y al cabo, la
vida buena no debería consistir en otra cosa. Buenas noches.