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domingo, 17 de marzo de 2024

La ancianidad y la vejez

 




La camarera, una persona muy amable y sonriente, les había llevado la carta de raciones del bar y se lo había entregado a la señora de la pareja de personas mayores que se había sentado en una de las mesas. Mientras la señora tanteaba la distancia a la que podía leer lo que aparecía en la carta, el señor esperaba tranquilamente frente a ella. La camarera decidió entregarle a él otro ejemplar de la carta para que no tuvieran que demorarse demasiado. Cuando la recibió el señor, la señora, con una medio sonrisa forzada y quizá intentando justificar la situación, dijo:

-Gracias, da igual, ninguno de los dos vemos bien y no hemos traído las gafas.

Estábamos sentados cerca de ellos y mi acompañante se ofreció a leerles la carta, pero rechazaron la ayuda, quizá por no dar una imagen pública que no les satisfacía.

Siguieron leyendo las cartas, o haciendo como que las leían, pero prestando mucha atención a los platos que pasaban. Al final, optaron por pedir el que habían puesto en una mesa cercana y el que habían llevado a otra. Y quedaron tan contentos.

A mí me pareció ver que este episodio mostraba bien una diferencia que me parece importante para poder llevar una vida buena en un futuro que, más tarde o más temprano, llegará: la del anciano y la del viejo.

Ser anciano es tener un buen número de años vividos. Lo normal es que las facultades humanas se vayan deteriorando, según sea la vida que se haya llevado, y que se necesiten cada vez más medicamentos y más ayudas exteriores para llevar una vida aceptable. El anciano puede ser consciente de su situación y hacer lo necesario para llevar una vida buena.

El viejo es otra cosa. No hace falta haber vivido un buen número de años para ser viejo. Conozco a personas de poca edad, a los que llaman jóvenes, y a otras de más años, que pasan por ser adultos, que, en realidad actúan como viejos. No tienen grandes conocimientos ni les preocupa tenerlos, ni atractivas ilusiones, ni hacen gala de excesivo respeto por los demás ni actúan de manera que se pueda deducir algún valor de sus actos. Hacen solo lo que les apetece, huyen de su mundo a través de los móviles, o de la velocidad, o de la visión de deportes, o de unas músicas simplonas y repetitivas que les atolondran y les impide cualquier razonamiento. No buscan. No tienen cuidado de que no les atropellen los automóviles. No reparten la acera entre todos los viandantes con los que se encuentran. Chocan con alguien y no le piden disculpas. No conciben qué pueda ser una norma o la necesidad de la buena educación. Solo existe lo que les interesa. Dicen tener derechos, pero nunca hablan de deberes. Se comportan como brutos. Algunos van vestidos con buenas ropas. Otros van con el chándal más o menos barato que constituye su uniforme. A los de más edad les suele gustar hacer lo que les da la gana, y también que les obedezcan, y usan modales apropiados para conseguirlo. No cuidan su mente. A lo sumo, se centran en el cuerpo. No piensan en el futuro y el presente lo viven adocenadamente. No suelen salir de lo mismo día tras día. No tienen interés por lo nuevo, por las artes, por la contemplación de lo que ocurre en el mundo o por descubrir nuevas formas de placer. Ni se preguntan en qué consiste ser humanos y creen saberlo ya todo lo que hay que saber antes de morirse. Son los viejos, tengan la edad que tengan.

Podríamos decir que la ancianidad es algo natural, pero la vejez se puede prevenir y se puede hacer algo para caer en ella lo más tarde posible. Solo hay que querer no caer en la inutilidad y saber qué vida llevar para crecer como un ser humano y no como un ser antropomorfo que no sabe dónde estar ni qué hacer. Si se entrenaran en pensar y no solo en sentir, si ejercitaran la atención y la memoria, si dieran cabida en sus vidas a los otros, si se quisieran algo más, si para ellos tuviera sentido siempre aportar algo a la sociedad, a los demás, posiblemente serían algo más jóvenes, tuvieran la edad que tuvieran.

La pareja de señores del bar podían calificarse como ancianos, porque aparentaban bastante edad, subieron el escalón que daba acceso al bar con dificultad, se sentaron con pudieron, veían mal y posiblemente tuvieran más inconvenientes en su organismo. Pero además eran viejos, porque, en lugar de cuidar sus necesidades y sus carencias, por ejemplo, llevando consigo las gafas para poder ver, renunciaban a ello. Conozco a personas así, que ni ven bien ni oyen, pero las gafas y el audífono no se lo ponen hasta el mediodía. Para mí que son viejos que renuncian a lo que pueden vivir porque ya no tienen demasiado interés en seguir viviendo bien y creen que los demás están al servicio de sus caprichos. Cuando esto ocurre a una edad temprana, se ve venir el desastre.

La vejez es una amenaza permanente que crece sin freno con demasiada fortaleza.


domingo, 22 de mayo de 2022

Ancianos y viejos

 



Los ancianos suelen escuchar y ser sensatos y razonables. Saben estar en un discreto segundo plano.

Los viejos solo hacen lo que les da la gana. Siempre quieren ser los primeros, o los únicos.

Recuerda que la vejez puede sobrevenir a cualquier edad.


lunes, 11 de enero de 2021

La vejez



 Una de las características de la vejez es que se empequeñece la amplitud del campo de las ocupaciones y las preocupaciones vitales. Las pocas de ellas que quedan suben de intensidad, a veces, de manera muy llamativa y poco equilibrada. Esto no ocurre de forma tan notoria en la ancianidad, que mantiene una actitud mental joven, pero sí en la vejez, que alberga una mente cerrada y ajena a la realidad.

Pero a la vez que decae el número de temas que ocupan el tiempo de las personas viejas, aumenta la simplificación en la manera de abordarlos. Toda la inmensa complejidad de la realidad queda reducida en estas personas a sus aspectos más llamativas o a los que les suscitan más interés, olvidándose de todos los demás. Es por eso por lo que la opinión de los ancianos, que mantienen la mente joven y abierta, es útil para las personas y para la sociedad. En cambio, la de los viejos no suele ser más que una invitación a la comprensión y a la compasión. Y recordemos que se puede ser viejo a cualquier edad.

viernes, 11 de octubre de 2019

Buenas noches. Viejos




Tener mucha edad tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Uno de estos es el de convertirse en viejo, esto es, en inútil, terco, lleno de manías y con la mente dura. Me gustan los ancianos, que tienen mucha edad y la mente fresca, pero no me gustan los viejos. Sin embargo, me enternece ver cómo dan satisfacción a sus pequeños deseos viendo la televisión, tomando una comida de toda la vida o practicando una costumbre irrenunciable. 

Buenas noches.

domingo, 13 de enero de 2019

Buenos días. Siempre




Noto que los viejos, no los ancianos, usan demasiado la palabra “siempre”. 

Buenos días.


lunes, 15 de octubre de 2018

Buenas noches. Anciano, no viejo




Ya lo he dicho aquí en alguna ocasión. Me gustaría llegar a ser anciano, pero no viejo. Un anciano es una persona de mucha edad. Mientras no diera la lata y si me encontrase en unas condiciones aceptables, no me importaría llegar a la ancianidad. 

Ser viejo es otra cosa. Ocurre cuando alguien se convierte en un inútil, con la mente terca y cerrada, cuando quiere mandar, aunque no esté mínimamente capacitado para ello, cuando cree que tiene la verdad sobre cualquier cosa, cuando intenta imponer sus criterios a todos, cuando no hace lo razonable y, en cambio, se empeña en engendrar disparates, sin darse cuenta del ridículo ni del mal que hace. Se puede ser viejo a cualquier edad. De hecho, la vida está llena de viejos de pocos años. Toparse con alguno de ellos es una desgracia. 

Buenas noches.

domingo, 19 de julio de 2015

Buenas noches. Viejos




La edad termina por hacernos ancianos, pero nunca tenemos suficiente edad como para que seamos viejos. 

Si lo somos, es por nuestra mente, no por la edad. 

Buenas noches.

jueves, 14 de mayo de 2015

Lo que veo cuando miro. Lo viejo y lo antiguo



Dije ayer aquí que se puede ser viejo, pero no antiguo. Me voy a explicar un poco, por si no me entendiste bien.

Aunque me gusta más hablar de ancianos que de viejos, esta vez preferí contraponer lo viejo a lo antiguo, porque me parecía que podía quedar más claro.

Ser viejo (o anciano) es cosa que tiene que ver con la edad. Consiste simplemente en tener muchos años, en haber vivido mucho tiempo. Si esta vida ha sido sensiblemente humana y se ha podido adquirir en ella una buena experiencia, estupendo.

Ser antiguo es otra cosa. Consiste en no haber llegado a desarrollarse del todo como ser humano. No se trata de no haber llegado a ser ingeniero o cocinero, sino de no haber alcanzado una madurez humana propia de la época en la que se vive. Es haberse quedado anclado en otros tiempos, haberse limitado a usar criterios de épocas muy pasadas y haber renunciado a encontrar en lo nuevo algo que hiciera crecer nuestra personalidad.

Esto no tiene nada que ver con la posición social ni con el dinero ni con la instrucción recibida. Conocí, por ejemplo, a una profesora que decía que el último gran pensador que hubo fue Tomás de Aquino, que vivió en el siglo XIII. No era vieja esta mujer, pero sí era muy antigua. (Y sospecho que, además, era una caradura de campeonato). No querer saber nada de música moderna, defender sólo la cocina tradicional, vestir únicamente con chaqueta y corbata (Rajoy nos ha dado un soberbio ejemplo de antigüedad -y de escasa higiene- estos días paseando en bicicleta con la corbata atada al cuello) o ser un machista son formas de ser, entre otras cosas, un antiguo. El antiguo o la antigua pueden tener los pies en el día de hoy, pero la mente puede que la tengan en la Edad Media o, incluso, antes.


Espero que haya quedado algo más claro lo que decía de que se puede ser viejo, pero no antiguo.  

lunes, 3 de noviembre de 2014

Buenas noches. Entendimiento




Los viejos nunca entienden nada. Sólo parecen entender algo los jóvenes, con su frescura, y los ancianos, con su experiencia. Supongo que a estas alturas ya sabes que no me refiero a los años, sino a la mentalidad, que se puede ser joven o viejo a cualquier edad. Si quieres, te lo explico más. 

Buenas noches.

martes, 9 de julio de 2013

Buenas noches. Cuerpo y mente




La materia envejece sin remedio, pero la mente no tiene por qué hacerlo. Eres un cuerpo, un cuerpo vivo y hermoso, sea cual sea la edad que tengas. Tu cuerpo es sensible al paso del tiempo y poco a poco irá perdiendo capacidades. Cuenta con ello. Y, sin embargo, tu mente no tiene por qué ir yendo, como el cuerpo, a menos. Esto es lo grandioso, lo peculiar, lo trabajoso del ser humano. Eres también una mente que crece cuando se rejuvenece. La mente necesita apertura, disponibilidad, aprendizaje, frescura, estímulos, diálogo, dudas, alegría, cariño, pensamiento, sentimiento, diversión, lectura. La mente no sale del estado de niñez que le lleva a desear permanentemente conquistar su juventud. La mente pide un trabajo diario de puesta a punto.

La meta del ser humano es la ancianidad: un cuerpo gastado y una mente fresca. Hay quienes se empeñan en pararse pronto y conformarse con la vejez: un cuerpo gastado y una mente rancia y ajada. Tu elección la tienes que hacer a cada momento.

Relaja ahora tu cuerpo para que no le impida despedirse a la mente. Recuerda a tus seres queridos. Deséales lo mejor y regálales una sonrisa rellena de cariño. Seguro que mañana la vida te sonreirá a ti. Buenas noches.

lunes, 3 de junio de 2013

La belleza de escuchar a los ancianos




La belleza y el placer de escuchar las historias que cuentan los ancianos. Son historias ya pasadas por el filtro de la edad, por el control de las emociones, por las redes de la memoria. Suelen ser historias que relatan cualidades que eran valores para ellos, aunque quizás para uno ya no lo sean. Es posible que una de las cosas que haga más feliz a un anciano es que le escuchen. Aunque sólo fuera por eso, habría que escucharle. La mayor parte de las veces no se trata con ello de aprender algo nuevo o útil, pero sí de aprender a criticar racionalmente lo que a otra persona le valió y ver si hoy nos vale o no nos vale o nos vale sólo un poco. Es muy sano intentar quitarse los prejuicios de la mente, y uno de ellos es ese que nos impulsa a creer que, por principio, nada de lo antiguo vale. Y se trata también de aprender a contemplar -a ser posible, sin enfadarse- lo que ha dado sentido a una vida o lo que ha supuesto una anécdota luminosa en una vida ya crepuscular.

Por lo demás, intenta dormir hoy bien, relajándote y respirando profunda y suavemente. Esa nube maravillosa que compartimos cada noche no puede faltar hoy. Ojalá nos encontremos todos en ella empapados de cariño. Buenas noches.