Se contagian con mucha mayor facilidad el odio que el amor; la ignorancia que la sabiduría; el fanatismo que la racionalidad crítica; la brutalidad que la humanidad y todo lo malo que cualquier cosa buena.
Buenos días.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Hypatia de Alejandría fue una interesantísima pensadora neoplatónica que vivió entre mediados del siglo III y principios del IV y que destacó en el campo de las matemáticas y en el de la astronomía. Su vida y su muerte fueron una consecuencia del fanatismo con el que algunas mentes resuelven su incapacidad para aceptar el pensamiento y la ciencia.
Alejandro Amenábar acaba de estrenar una película en la que relata la vida de esta mujer. El periodista Jacinto Antón publicó recientemente un artículo sobre ella, cuya lectura te recomiendo y que puedes obtener aquí.
Quiero llamarte también la atención sobre la crítica que de la película ha hecho en El País Carlos Boyero. El crítico parece desconocer algunos detalles de la vida de la pensadora y deriva de ahí alguna objeción injusta hacia el director. Y en un momento de su trabajo desliza la siguiente idea.
“Tu cerebro puede conectar con ella, pero en mi caso no me llega al corazón. Y lo estoy deseando continuamente, pero no consigue meterme dentro de ella.”
Estamos otra vez ante el papel fundamental, al parecer imprescindible, del corazón a la hora de captar la realidad. De nuevo la incomprensible exigencia de una corazonada para poder entender un problema histórico, ideológico y, en todo caso, real. Parece que el cerebro no es suficiente para abordar una problemática o una película, a partir de todos los datos que le aportan los sentidos, y que es imprescindible echar mano del corazón para poder establecer una conexión eficaz. El hombre como animal ex racional y convertido de nuevo en animal sentimental, como en los años de la dictadura franquista. El modelo debe ser el que ofrece Belén Esteban: poco que pensar y mucho que sentir. Cuando la actividad resulta al revés y hay poco que sentir, pero mucho que pensar, se concluye que algo está mal hecho y que la obra debe estar coja de alguna pata.
No me extraña que estas actitudes tan cordiales estén generando mentes incapaces de soportar tres ideas seguidas sin esbozar una mueca de cansancio o un bostezo de aburrimiento. Como nos acostumbremos a sentir los problemas y no a entenderlos, el mundo caerá en manos de los especialistas en manejar sentimientos, justamente los herederos del fanatismo que denuncia la película, y esto no va a haber quién lo arregle.
Me gustaría que pusieras aquí tu opinión sobre la película.
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“Creo que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser. El fanático es una criatura de lo más generosa. El fanático es un gran altruista. A menudo, está más interesado en los demás que en sí mismo. Quiere salvar tu alma, redimirte. Liberarte del pecado, del error, de fumar. Liberarte de tu fe o de tu carencia de fe. Quiere mejorar tus hábitos alimenticios, lograr que dejes de beber o de votar. El fanático se desvive por uno. Una de dos: o nos echa los brazos al cuello porque nos quiere de verdad o se nos lanza a la yugular si demostramos ser unos irredentos. En cualquier caso, topográficamente hablando, echar los brazos al cuello o lanzarse a la yugular es casi el mismo gesto. De una forma o de otra, el fanático está más interesado en el otro que en sí mismo por la sencilla razón de que tiene un sí mismo bastante exiguo o ningún sí mismo en absoluto. El señor Bin Laden y la gente de su calaña no sólo odian a Occidente. No es tan sencillo. Más bien creo que quieren salvar nuestras almas, quieren liberarnos de nuestros aciagos valores: del materialismo, del pluralismo, de la democracia, de la libertad de opinión, de la liberación femenina… todo esto, según los fundamentalistas islámicos, es muy pero que muy perjudicial para la salud. Con toda seguridad, la meta inmediata de Bin Laden noera Estados Unidos. Su meta inmediata era convertir a los musulmanes pragmáticos, moderados, en auténticos creyentes, en su tipo de musulmanes. El Islam estaba debilitado por los “valores norteamericanos”. Pero para defender el
Islam no sólo hay que golpear a Occidente y golpearlo fuerte. No. Al final, hay que convertir a Occidente. Sólo prevalecerá la paz cuando el mundo se haya convertido no ya al Islam, sino a la variedad más rígida, feroz y fundamentalista del Islam. Será por nuestro bien. Bin Laden nos ama esencialmente. El 11 de septiembre fue un acto de amor. Lo hizo por nuestro bien, quiere cambiarnos, quiere redimirnos.”