Mostrando entradas con la etiqueta Lluís Hortalà. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lluís Hortalà. Mostrar todas las entradas

sábado, 14 de septiembre de 2013

Estupenda exposición de Lluís Hortalà en la Galería Fúcares





Magnífica la exposición que se acaba de inaugurar, con obras del artista de Olot Lluís Hortalà, en la Galería Fúcares, en la madrileña calle del Doctor Fourquet, 28. Una preciosa muestra de pintura buena y bella la que hemos disfrutado en esta ocasión.

Si por un cuadro entendemos una superficie plana más o menos cuadrada o rectangular, en donde hay algo pintado, en esta exposición no encontramos ningún cuadro. Los soportes aquí son variados: redondos, ovalados, alargados, unos planos y otros convexos, pero este aspecto es en este caso lo de menos. Lo de más es el estilo de pintura y la belleza que expone el artista en sus obras.

Si miramos cualquiera de las expuestas, unas veces nos parece que es una obra abstracta, pero otras, fijándose, quizás, un poco más, tal vez podamos considerarla en cierto modo figurativa. En cualquier caso, podrían todas ellas representar la visión que alguien tiene a lo largo de su ascensión por una montaña. El autor, que es montañero, quizás refleje esto en sus obras, y el espectador, menos dado con seguridad a esas aventuras fuertes, pueda interpretar en ellas el paso por la montaña de la vida, mostrando la dureza -y, a la vez, la belleza- del camino. Casi siempre, en la mitad del relato, aparece una inquietante grieta, una trágica separación entre dos aspectos de la vida, entre dos mundos en plena montaña. 

Toda la obra está realizada en tonos blancos, grises y negros. Esta gama de colores le da a las pinturas un claro dramatismo, pero también una profundidad que se apodera pronto de la atención del espectador.

Lo que Lluís Hortalà muestra en sus pinturas son motivos que no tienen ni principio ni fin. Son vivencias momentáneas, posibles visiones de paisajes concretos que tiene alguien que viene de algún sitio y que va a otro lugar. El panorama visual es agreste, en cierto modo, duro, con un fuerte componente romántico, a mi modo de ver. Pero también -y esto, al final, puede que sea lo más importante- lo que observamos es estéticamente precioso, sugerente y seductor. 

El autor usa diversas técnicas sobre soportes variados en formas y en texturas. El resultado me pareció espectacular. Creo que son esas obras buenas y bellas que uno nunca se cansa de ver y que en cada mirad es capaz de distinguir un nuevo matiz, un nuevo detalle, una nueva pintura en la misma pintura.