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lunes, 14 de octubre de 2013

Buenas noches. Sensibilidad





Me parece ver en la sociedad un grave problema de sensibilidad. Sin sensibilidad, esto es, sin ser capaces de ver lo que miramos, sin poder captar lo que está pasando, nunca habrá posibilidad de defendernos ni de cambiar este mundo a mejor.

La sensibilidad se puede adormecer y se puede despertar. Se adormece con el hábito de pasar el tiempo con divertimentos. El bar, la televisión, el fútbol son, en el fondo, evasiones que nos apartan de los verdaderos problemas por los que pasamos. Por eso tienen tanto éxito, aunque hagan tanto daño. Cuando las situaciones laborales y sociales son duras, se comprende que uno tenga que evadirse un rato y descansar. Pero si este descanso se hace sólo con medios adormecedores, el precio que pagamos es muy alto, demasiado alto. Si pasan unos días y no eres capaz de asustarte con lo que está pasando, es posible que el adormecimiento se haya apoderado ya de ti. Entonces, deberías reaccionar.

¿Y cómo despertar la sensibilidad? Pues esto exige una postura activa, muy distinta de la sentarse pasivamente a ver la televisión. Se trata de buscar información fiable -que la hay- en medios escritos o en radios y no fiarse nunca de lo que aparece en los telediarios. Se trata también de leer, de fomentar la curiosidad por todo lo que pueda aclararnos lo que significa ser persona, por los derechos humanos, por los problemas de los ciudadanos. Hablando con gente interesante se aprende mucho, pero hay que salir a buscarla. Gente buena hay en cualquier sitio. Internet puede ser también un buen lugar para encontrarla. Poner en duda lo que uno sabe y lo que uno cree nos mantiene también abiertos al aprendizaje de lo nuevo. Nunca hay que conformarse con lo que se sabe, porque, por mucho que sea, siempre será poco y siempre revisable.

Si lográsemos un mayor grado de sensibilidad, si nada de lo humano nos fuera ajeno, quizás los poderosos y los ricos se llevarían alguna sorpresa. Buenas noches.