Siempre me ha resultado interesante, intrigante, la relación entre la ética y la estética. Creo que no pueden existir separadas, que las dos se implican, que lo que cambia en una incide en la otra. Piénsalo, si quieres, y dinos tu opinión.
Digo esto después de leer el siguiente texto de Tanizaki en El elogio de la sombra:
Tremenda tristeza estética. Y la mujer tristemente metida en esta tristeza ética.Como se sabe, en el teatro de bunraku las muñecas femeninas sólo consisten en
una cabeza y unas manos. Un vestido de cola cubría el tronco y las piernas y
bastaba con que quienes las animaban introdujeran sus manos dentro para producir
la ilusión de movimiento; por mi parte, considero que este procedimiento se
acerca mucho a la realidad, porque las mujeres de antes sólo existían realmente
de cuello para arriba y desde el borde de las mangas, el resto desaparecía
enteramente en la oscuridad. En aquellos tiempos las mujeres de ambientes
superiores a la clase media salían muy raramente y si lo hacían, era
completamente acurrucadas en lo más profundo de un palanquín, por miedo a que
las pudieran vislumbrar desde la calle; no es pues nada exagerado decir que,
confinadas generalmente en una habitación de sus oscuras mansiones, totalmente
sepultadas día y noche en la oscuridad, sólo revelaban su existencia por el
rostro.
Las ropas, por otra parte, más alegres que las actuales para los
hombres, lo eran relativamente menos para las mujeres. Las jóvenes y las mujeres
de las casas burguesas, incluso bajo el antiguo régimen militar, utilizaban
colores increíblemente apagados, en una palabra, el traje no era más que una
parcela de la sombra, sólo una transición entre la sombra y el rostro.