ASNO
Los
indoeuropeos no conocían el asno, de origen africano. Se lo
encontraron al llegar al Mediterráneo. En latín fue asinus,
que ha dado asno
en nuestra lengua. Pero también tenemos burro,
que es derivación regresiva, viene de asinus
burricus
(caballo de raza pequeña), de donde viene borrico,
palabra que sería anterior a burro.
Y tenemos sinónimos, jumento
(para el yugo) y pollino
(relacionado con pollo,
repollo,
todo lo que sea cría o retoña). El catalán lo llama ruc,
palabra emparentada con rucio
y rocín,
que tienen que ver con el verbo roncare,
rebuznar. Desde el latín más antiguo el asno fue símbolo de
torpeza y lentitud frente al noble y veloz caballo, y fue siempre
insulto y fuente de humor. Plauto escribió "Asinaria", tan
hilarante como todas sus comedias. Y en "El asno de oro",
de Apuleyo, qué gran protagonista. Colón llevó el asno ya en su
segundo viaje y se extendió pronto por América este animal tan
simpático y útil para el hombre.
MULO
Pronto
se descubrió que el cruce de caballo y asno produce el mulo
y la mula,
del latín mulus
y mula.
Se cree que la palabra es del fondo léxico mediterráneo, con
seguridad de origen minorasiático. Es un animal de gran fuerza para
el tiro y el trabajo del campo. También mulo y mula fueron ya
insultos en época romana, significando persona terca e imbécil.
Mulato
se creó por comparación con el híbrido entre caballo y asno. Y
muleta,
comparando el modo en que lleva la mula a su jinete con el modo en
que la muleta de palo lleva al cojo.
GALLINA
Los
primitivos indoeuropeos tenían gallinas. Hay una raíz común,
aunque en latín no la encontremos, en ruso teterev,
lituano teterva,
sánscrito tittiras,
galo tethra,
armenio tatrak.
Evidentemente es una onomatopeya del tatareo, para nosotros cacareo;
se ve que la gallina según épocas cambia de acento. Pero el latín
eligió otra raíz para crear gallus,
gallo, la raíz gal-2,
la de llamar, gritar, emparentada con el ingés to
call,
llamar, quizás por el kikirikí de las madrugadas. Si era un
epiceno, se creó secundariamente el femenino gallina,
por oposición al gallo,
con un procedimiento muy antiguo, acumulando, quizás en diferentes
estratos históricos, el femenino en í
(el de gachó-gachí,
maharajá-maharají)
y el moderno femenino en a.
Gallo-gallina
es un femenino idéntico al de rex-regina,
rey-reina. (Parecido al femenino, por regla, en todas la palabras del
esperanto, el sufijo -ino).
Otra
prueba de que los primitivos indoeuropeos tenían gallinas es el
paralelismo de la palabra huevo en muchas lenguas, y el huevo es, por
antonomasia, el de la gallina.
Las
lenguas romances han sido fieles al gallus-gallina
latinos, castellano gallo-gallina,
portugués galo-galinha,
catalán gall-gallina,
italiano gallo-gallina,
a medias el rumano cocos-gaina.
El francés ha innovado, coq-poule.
En cada lengua la gallina cacarea con un acento propio, en euskera es
oilarra-oiloa.
Mira, parece que en euskera, cultura matriarcal, de divinidades
femeninas, el masculino deriva del femenino (con arra,
sufijo de macho), y no como en las lenguas indoeuropeas, patriarcales
y de dioses masculinos, que deriva de gallo,
gallina.