No solo se mueren los famosos. Lo que
ocurre es que cuando un famoso o una famosa se mueren es como si nos
doliese un poco más, por el hecho de ser conocidos. Hoy me he
enterado del fallecimiento de Manolo Tena y del de Chus Lampreave,
pero también he sabido que en Faluya (Irak), ciudad en donde no hay
ni alimentos ni medicinas y que está siendo bombardeada
indiscriminadamente desde 2003, una madre desesperada se tiró al río
con sus tres hijos intentando huir de la muerte en vida. Y cuántos
miles y miles de personas se habrán muerto hoy cerca y lejos.
La muerte. No hay vida sin la muerte.
No vale mirar para otro lado. Nos vamos a morir. La gente se muere a
cualquier edad, cualquier día, en cualquier sitio. La previsión
cierta de que la muerte es inevitable nos debe llevar al deseo
urgente de vivir. La vida no está para desperdiciarla haciendo
capulladas o resolviendo sudokus. Tenemos que plantearnos en serio el
problema de la muerte porque sólo así veremos con claridad el
problema de la vida, el problema de vivir con alegría, con
satisfacción, con solidaridad también, con un proyecto que nos haga
crecer, con cariño y con ganas cada día. Cada día es una vida en
miniatura. No hay que perder la vida antes de tiempo. Hay que
hartarse de vivir. Ya descansaremos cuando nos toque, que ojalá sea
tarde. Vive y ayuda a vivir. No se trata de otra cosa.