La inspiración es caprichosa y no siempre decide quedarse. A menudo, los artistas masculinos han tenido multitud de musas, que han azuzado su ingenio durante períodos de tiempo irregulares. Generalmente, éstas se quedaban hasta que aparecía otra que las sustituyera o, en algunos casos, hasta que la relación amorosa o sexual terminaba. Ingmar Bergman es un claro ejemplo...
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