Al hacer para el calendario de 2022 la lista de pensadores y pensadoras importantes de nuestra civilización me he encontrado con el mismo problema que cada año me encontré al hacer la lista de pintores, de escritores, de científicos o de músicos, el poco peso que la mujer ha tenido en la historia de estas disciplinas. No hay mujeres a la altura de un Beethoven o un Newton, un Cervantes o un Greco. ¿Será que las mujeres son inferiores intelectualmente al hombre? ¿O será que la civilización ha estado, y está, inmersa en un sistema histórico de absoluto dominio del hombre sobre la mujer? Está claro que lo segundo. Está claro que las niñas han sido privadas desde su más tierna infancia de la capacidad de soñar, de afrontar una posible carrera de crecimiento, mientras que a los niños se les ha permitido intentarlo; fracasando o triunfando, ese es otro tema. Ya dicen los estudios que incluso se les amamanta de diferente modo a los niños que a las niñas.
Después viene la historia de unas pocas que han sido capaces de superar esa barrera y ganar un Premio Nobel o llegar a ser una escritora importante, o Madame Curie, o Maria Callas. Son mujeres que consiguieron superar la primera barrera, o con la ayuda de padres especiales o por circunstancias favorables. O con seudónimos masculinos, Fernán Caballero, George Sand… O publicándolo el marido como obra propia (el bochornoso caso de Martínez Sierra firmando lo que escribía su mujer, María de la O Lejárraga).
Pero se han enfrentado a una segunda barrera. Accediendo a la cumbre del éxito se les pondrán más vallas y dificultades para triunfar que a los hombres, (y cobrarán menos). Los puestos importantes de las grandes empresas siguen estando en manos de los hombres, y hay algún caso de Premio Nobel colectivo, en el que la mujer, principal activo del grupo, no ha sido llamada al escenario.
Ah, pero aún hay otra tercera barrera. Las mujeres que han triunfado, e incluso las que han visto reconocido su éxito, lo tendrán difícil para que la Historia, los manuales, el llamado “canon”, la “lista de los que son importantes”, refleje su éxito. La Anguissola fue una pintora de éxito, pintó a Felipe II, pero no aparece en los libros de Historia del Arte, y sus cuadros han sido atribuidos en los museos a otros pintores, hombres por supuesto. El “canon” de filósofos, que es en el que ahora estoy metido, leo que es quizás el más machista de los de todas las disciplinas (¿y el más blanco, y el más eurocéntrico quizás, añado yo?). ¿Una mujer que triunfe en la pintura o en la escritura tiene más posibilidades, aunque sean pocas, de ser reconocida en los libros de texto que una filósofa? Es todo sorprendente, pero, por desgracia, muy real.
Es una cuestión de poder, y el poder lo tiene el hombre. Y es una cuestión de dominio, y de opresión. Yo, como hombre, digo esto como un blanco puede reconocer el dominio de la etnia blanca, o un payo
reconocer la discriminación de los gitanos. Yo, como hombre, escribo esto con mi particular idealismo, con la esperanza en un mundo mejor, más justo, en el que las personas tuvieran las mismas oportunidades y un trato igualitario. En una sociedad mejor todos tendríamos más posibilidades de ser felices.
Este año en el calendario de pensadores y pensadoras van a estar presentes a lo largo del año 100 ilustres pensadoras. No se trata de suplantar a figuras masculinas de mérito por mujeres que no lo son tanto, sino que se trata de romper con el “canon”, de rescatar de la sombra o del olvido a mujeres que, si no son tan conocidas, es precisamente por ese olvido al que tiende la confección del “canon” de las figuras que son y no son importantes.
Y eso es todo por mi parte. Quedo muy agradecido por la atención prestada. Bautista