“No sé qué hacer. Puedo ponerme a
pensar sobre este mundo en el que estoy. Sé que entonces voy a darme
cuenta de cómo están las cosas, de que esto no es más que unas
docenas de flores preciosas plantadas en medio de un charco de aguas
podridas. O puedo no pensar y dejarme llevar por lo que me apetezca,
por lo que me convenga o por lo primero que me venga a la mente. Así
me convertiría en uno más de esa inmensa mayoría de seres con
aspecto humano que proliferan por todas partes. Seguramente, tras un
periodo de adaptación, sería uno más, pero sufriría menos. No sé
qué hacer” —me dijo.
Buenas noches.