Mostrando entradas con la etiqueta Libre te quiero. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Libre te quiero. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de septiembre de 2013

Buenas noches. Te quiero





Hay en el lenguaje habitual algunas expresiones que tienen una fuerte carga mágica. Creo que la que más destaca en este sentido es la de “Te quiero”.

Cuando yo era niño, recuerdo que era la fórmula que empleaban los chicos para decírsela a una chica y, si esta aceptaba, convertirla así en su novia. Era la frase que abría la caja de promesas del futuro. A nadie más, ni a familiares ni a amigos, se le decían semejantes palabras.

Más tarde me di cuenta de que la magia de estas palabras servía para tapar u olvidar circunstancias de todo tipo, en las que normalmente la mujer aguantaba situaciones de hastío, de infravaloración, de poca vida, si no de malos tratos.

Hoy veo que con demasiada frecuencia la magia del “te quiero” sirve también para anestesiar a quien lo oye y hacer que ceda fácilmente a lo que desea quien pronuncia la frase del encantamiento. Hay veces que el “te quiero” funciona como si fuera un diluyente que borra todo lo ocurrido en el pasado, instala a quien se deja en una especie de “Bueno, vale, como quieras” y hace creer que todo empieza de nuevo desde el principio una vez más.

Nada más eficaz, me parece a mí, que parar alguna vez a quien nos dice que nos quiere y, si no está claro su mensaje, preguntarle muy en serio lo que quiere decir con las palabritas de turno. Porque “te quiero” no puede querer decir otra cosa distinta a que me tienes aquí para ayudarte a vivir, que puedes contar conmigo para que seas de verdad tú, que quiero echarte una mano para que el proyecto de tu vida lo puedas construir y que puedo colaborar contigo en la creación de tu felicidad. Y todo eso, a fondo perdido. Cualquier otra interpretación del “te quiero” me parece a mí una milonga, una burda engañifa que conviene desvelar cuanto antes. Estarás de acuerdo conmigo, supongo, en que le puedes decir “te quiero” a muchas personas, a todas las que tú quieras. Buenas noches.



jueves, 2 de octubre de 2008

¿Qué quieres decir cuando dices "te quiero"? / 5


El 'Libre te quiero' de García Calvo, tan liberador, me da pie a comentar brevemente algunas otras características del amor que me parece que quedan encerradas en el 'te quiero'. Por ejemplo. Nadie te obliga a querer a nadie, ni puedes obligar a nadie a que te quiera. Al decidir tú querer a alguien y al hacerlo de la manera que tú quieres, no siguiendo ningún modelo estándar o de moda, te estás haciendo autónomo, te estás convirtiendo en el dueño de tu vida y de tus decisiones. Nada tiene que ver esto con el reproductor de modelos, viejos o nuevos, pero, en todo caso, exteriores a ti, que hacen que no seas tú el que vive tu vida.

Pero si esto fuera sólo así no sería amor. El amor apunta siempre a la persona amada y, en cuestiones de autonomía, de lo que se trata es, sobre todo, de procurar que la otra persona sea también autónoma, que sea ella la dueña de su vida y de sus decisiones.

'Pero no mía, ni de Dios, ni de nadie ... ni tuya siquiera'.

A mi modo de ver, las tres primeras expresiones del verso hablan de la autonomía del otro, del crecimiento del otro como persona, crecimiento en el que yo participo desde el 'te quiero'. El 'ni tuya siquiera' se refiere, según lo veo yo, a una especie de limitación que tiene la autonomía del otro: el otro tiene que amar también, y las decisiones con las que se hace autónomo tienen que estar impregnadas también de amor, porque, si no, aparece el egoísmo, el no-amor, y el mundo que estábamos tratando de construir se viene abajo.

martes, 30 de septiembre de 2008

¿Qué quieres decir cuando dices "te quiero"? / 4

Antes de seguir, quiero poner aquí dos cosas relacionadas con Agustín García Calvo. A quien no lo conozca le diré que es un catedrático de Latín de la Universidad Complutense, ya jubilado (nació en Zamora en 1926), que fue represaliado por el franquismo separándolo de su cátedra, al igual que hizo con Enrique Tierno Galván, José Luis López-Aranguren y Santiago Moreno Díaz, porque apoyaron a los estudiantes que protestaban en 1965. Aranguren era entonces catedrático de Ética y fue célebre en aquellos tiempos la reacción del catedrático de Estética de la Universidad de Barcelona, José María Valverde, quien, con el argumento de que 'sin Ética no puede haber Estética', renunció voluntariamente a su cátedra y se exilió. Eran otros tiempos.


García Calvo, además de filólogo, es poeta y filósofo y, sobre todo, posee una personalidad muy acusada que se detecta en sus libros y también, aunque sea sólo una anécdota, en su forma de vestir. Observalo en esta fotografía cómo muestra su afición por quitarse el frío a base de camisas superpuestas, cosa habitual en él.

En relación con lo que nos ocupa, creo recordar haberle oído decir en alguna ocasión que él no empleaba nunca esa fórmula mágica del 'te quiero', porque decía que tenía un cierto poder adormecedor: el que la pronunciaba parece que ya podía descansar porque había manifestado su compromiso, y el que la escuchaba quedaba satisfecho porque sabía que contaba con el cariño de la persona amada. Y, luego, ya no pasaba nada. El amor hay que hacerlo --en el sentido de crearlo, de hacerlo real--, en lugar de decirlo. Y hay veces que las palabras sustituyen por sí mismas la realidad que debería aparecer en su lugar. Este es al menos el recuerdo que yo tengo y, desde luego, yo le reconozco la parte de razón que tiene, sin necesidad de llevar al límite el no pronunciamiento de las palabras en cuestión.


La obra escrita de García Calvo es enorme y se la publica él mismo, en la editorial Lucina. Hay una entrevista, interesante y algo larga, que le puede gustar a algún lector desocupado o que esté deseoso de leer una prosa cuidada y con un estilo muy personal.

No suele ser muy conocido el hecho de que la Comunidad de Madrid tiene un himno con letra y que el autor de la misma es precisamente García Calvo. Es también autor de un poema célebre y precioso, 'Libre te quiero', al que puso música Amancio Prada.
.