La degradación de lo humano, la mediocridad y la mala educación se van extendiendo tanto, que uno se ve sin capacidad para intentar enderezar un rumbo, individual y colectivo, que parece llevarnos fatalmente a la catástrofe. Nos queda solo el grano de arena personal, con el que ingenuamente espera uno resquebrajar la montaña, sabiendo que ni son maneras ni hay esperanza de conseguirlo. Y nos queda también la soledad de querer ser con los otros, pero observando que los otros con los que podría uno ser son cada vez menos, y sintiendo en tu interior cómo los ideales de ser humano y de un mundo bueno se van descomponiendo en granos de arena, con los que, como último recurso, se intenta inútilmente resquebrajar la montaña.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
sábado, 5 de octubre de 2024
miércoles, 26 de junio de 2024
No sé cómo llamarle
Sí, no sé si llamarle “El niño mal educado”, “Un bruto más” o “El incívico”, porque solo “El chaval” no lo describe bien.
El caso es que iba yo a cruzar una calle con tráfico en un solo sentido, por un paso de cebra. En estos casos he aprendido que hay que mirar para los dos lados. Para uno, porque pueden venir coches o cualquier otro vehículo; y, para otro, porque puede venir un incivilizado, algún palurdo o, quizá, un despistado. Hoy miré hacia la derecha y no venía ningún vehículo. Y miré hacia la izquierda, por donde no tenía que venir nadie, y venía un niño de unos dieciséis años, vestido de negro, sin casco, con muchos pelos rizados que le caían sobre la frente, unos auriculares inalámbricos que le taponaban los oídos, montado en un patinete eléctrico (también llamado “patín del diablo”) y circulando en dirección contraria a mucha velocidad, más de la que la prudencia y las normas de la circulación permitían.
Me quedé parado en el paso de cebra para que pasara el niño incivilizado sin atropellarme, y pensando en lo que le podría ocurrir, si se encontraba con él, a alguna persona mayor impedida o que no contara con la existencia de estos seres no preparados para vivir en una sociedad humana sujeta a normas. Le dije:
-¡Vas en sentido contrario!
El niño, sin aminorar la marcha, se volvió hacia mí y mirándome con una cara en la que se vislumbraban un punto de chulería y otro de desprecio, me dijo:
-¡Me la suda!
La cosa quedó bien clara. Yo me había defendido con una expresión racional que avisaba del peligro y de lo inapropiada que era aquella conducta, y el niño, que ya debería tener, al menos, alguna noción de educación, me había contestado con tres palabras salidas de sus partes más bajas o de aquella de donde salen los apetitos. Así están las cosas del diálogo y de la convivencia.
El tipo siguió a toda velocidad, arrastrando su existencia en sentido contrario hacia la plenitud de la nada, que probablemente fuese su destino.
De sus padres no observé ningún detalle. O quizá puede que todos los detalles fueran herencia suya. Quién sabe si incluso estarían orgullosos de él.
viernes, 28 de julio de 2023
Asco
Es como si todo les diera igual, como si todos les diéramos igual. A mí esto me parece muy peligroso. Van por el mundo como si estuvieran solos, sin tener conciencia, al parecer, de que molestan, de que hacen daño. Solo les mueve lo suyo, pero tampoco algo que pueda ser importante para ellos, sino sus caprichos, sus impulsos, sus apetencias, y lo ejecutan de cualquier manera, como les salga. A veces un animal hace menos daño.
Hay un bar en el que todo lo que ponen es bueno, pero como es pequeño y acogedor, se ha instalado en él gente ya talludita que entablan conversaciones entre ellos a gritos. No puedes hablar, pero tienes que oír los chillidos, con frecuencia supuestamente graciosos, de quienes hacen un uso privado de un lugar público. No ven en el mundo a nadie más que a ellos mismos, y si hay alguien más, que se fastidie.
Te cruzas por una acera estrecha con algún elemento que actúa como si fuera el dictador de un lugar recóndito: no hace el menor ademán de compartir la acera, solo espera que te desintegres o que te quites de en medio para que pase él. O nadie les ha enseñado a convivir o no han logrado aprender a hacerlo. Quizás no tengan ningún interés en convertirse en seres humanos.
Hay un detalle que me resulta especialmente doloroso y que me enfada, quizás más de la cuenta. Son los estornudos. Por lo que se ve, llevar un pañuelo o un kleenex se ha convertido en algo absurdo e innecesario. Vi -tuve que ver- en un autobús a un tipo al que le entraron ganas de estornudar. Una y otra vez se tapaba la nariz con la mano, hasta que se le acabó la serie. Se paso la mano por el pantalón y, a continuación, la puso en el borde del asiento delantero. Luego, pulsó con ella el timbre de parada y se bajó. Sentí asco. Hoy iba yo por la calle sorteando grupos de personas que charlaban en la acera. De pronto veo que una señora de uno de esos grupos gira la cabeza y obsequia al mundo con un soberbio estornudo ¡a medio metro de distancia de mí!. Frené a tiempo, pero a la señora le dio igual. Pasé a su altura y, en cuanto la adelanté, soltó otro estornudo de la misma clase, sin mirar, sin ningún cuidado, como quien le suelta al mundo lo mejor que tiene. Me dio un asco tremendo y complejo, no solo por lo que pudo quedar en el aire, sino también por ver a un ser humano comportándose como si fuera un animal cualquiera.
Hemos pasado una pandemia terrible. Nos dijeron que había que estornudar contra un kleenex o contra el interior del codo. Nos avisaron de que no era bueno contagiar lo que lleváramos dentro. No aprendieron nada. Siguen tan embrutecidos como antes. Debe de ser muy difícil aprender a ser humanos. Parece más sencillo permanecer en estado animal. Qué bonita es la vida, pero el mundo, por estos y otros detalles, me da cada vez más asco. No sé si será posible a estas alturas suministrar una educación conveniente a los ciudadanos.
sábado, 23 de julio de 2022
Bar
Me gustaría ver un bar que se llamara “La buena educación” y que añadiera “Absténganse los maleducados”. O, mejor, para que lo entendieran, “Prohibida la entrada a los maleducados. Se les echa”. Necesitarían una subvención, claro.
jueves, 14 de julio de 2022
Lo que me encuentro
Cada vez que voy a un restaurante barato me encuentro con algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Cada vez que voy a un restaurante caro me encuentro con algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Cada vez que escucho alguna sesión del Congreso de Diputados oigo a algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Cada vez que salgo a la calle encuentro a algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Hay actitudes que van creciendo y se van adueñando del comportamiento de muchas personas. La incultura es una de ellas, y se manifiesta en la mala educación.
jueves, 30 de enero de 2020
Buenas noches. Tareas
lunes, 20 de enero de 2020
Buenos días. Ruido
Hay mucho ruido en el mundo.
Hay demasiado ruido en el mundo.
Todos hacemos ruido, individual y colectivamente.
El sistema social, político y económico hace mucho ruido.
El capitalismo hace una cantidad insoportable de ruidos: propaganda, asaltos por la calle, ofertas de todo, llamadas telefónicas a horas intempestivas, desigualdades, que son, en sí mismas, ruidos, inserciones impresentables en internet...
La ignorancia hace mucho ruido, sobre todo en quienes quieren imponer el poder por la fuerza y en quienes desean a toda costa tener el poder, porque lo necesitan para los negocios, pero también en la gente de la calle, que no calla, ni aprende, ni se lava, ni respeta, ni parece, a veces, humana.
La tecnología hace mucho ruido, cada vez más.
La mala educación hace un ruido atroz, a veces insoportable, porque el embrutecimiento se está convirtiendo en la aspiración inconsciente de muchos.
En medio de tanto ruido, algunos tipos raros, que no queremos tragar cualquier cosa, que aspiramos a un mundo mejor, que perfilamos cada día un sentido humano de la vida, aspiramos, a veces, con una necesidad parecida a la de respirar o con la sangre consumiéndose en un hervor o con la furia que provoca el bruto, a gozar del silencio, de un rato de silencio, de la paz del silencio.
El silencio es el añorado regalo que nunca llega.
Buenos días.
domingo, 21 de julio de 2019
Buenas noches. Mala educación
miércoles, 5 de junio de 2019
Buenas noches. Mala educación
martes, 7 de mayo de 2019
Buenas noches. Educación
viernes, 19 de enero de 2018
miércoles, 11 de octubre de 2017
Buenas noches. Cada día
jueves, 6 de julio de 2017
Buenas noches. Posible y real
domingo, 14 de mayo de 2017
Buenas noches. Maleducado
miércoles, 10 de mayo de 2017
jueves, 2 de junio de 2016
Buenas noches. La clase bruta
miércoles, 6 de enero de 2016
Buenas noches. Predicamento
domingo, 27 de septiembre de 2015
Buenas noches. Olor
domingo, 23 de junio de 2013
La mala educación
Un niño mal educado es el fruto lógico de unos padres mal educados. Los hay a miles. A cientos de miles. Hoy he visto a una niña que, en una exposición de fotografías, aporreaba una de ellas con una botella de agua. La madre, que la veía, se limitó a decir: 'Lola, deja eso'. Así está el país.