Deberíamos cultivar cosas tales como
la prudencia, la paciencia -no al estilo Rajoy, claro, no quiero
jugar con la vida de nadie-, el sosiego y la esperanza. Hay veces que
la vida nos presenta situaciones que podrían ser desagradables y es
posible que nos inclinemos antes de tiempo por la peor de las
soluciones. Es un gran error. Hay que saber esperar. Cuando las cosas
están claramente mal, cuando no hay de qué comer ni dónde vivir,
no hay que esperar, sino hacer algo, lo que sea. Pero cuando lo que
ocurre es que se teme uno lo peor, hay que esperar siempre. Yo hoy
tenía la tentación -es verdad que leve- de inclinarme en dos
situaciones distintas por soluciones desagradables. Me he llevado dos
grandes alegrías. Una amiga, con un proyecto de todo un año, ha
conseguido lo que pretendía. Otra amiga, extraña y brevemente
desaparecida, ha aparecido y está bien. No le he dicho nada de esto
a ninguna de las dos, porque es cosa suya comprobarlo, pero para mí
ha sido una prueba de que soy su amigo, porque me he alegrado
sinceramente, profundamente del éxito de las dos. Ya sé que
algun@s
de
vosotr@s piensa que la amistad se
comprueba estando cerca en los momentos malos, pero yo estoy
convencido de que la prueba de fuego es la alegría que se puede
sentir con el éxito del amigo. Sea como sea, el caso es que hay que
aprender a esperar sin echar las alarmas al aire (¿te enteras
Manolito?). La vida es muy grande y muy compleja para que se reduzca
a un estúpido temor.
Dicho lo cual, lo que procede es
descansar y hacerlo bien. El oxígeno es importante para todo,
también para dormir. Respira bien, honda y suavemente. Baja los
hombros. Que te pese el cuerpo. Que tu postura sea la tuya. Pasa
lista y manda mucho cariño a quienes figuren en ella. Se te
instalará una sonrisa en los labios y esa será la señal para que
Morfeo se apodere de ti. Mañana hay que ganarle la partida a la vida
y tienes que estar descansad@. Buenas noches.