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miércoles, 5 de octubre de 2011

Figar: mentirosa o ignorante




Mentirosa o ignorante, Lucía Figar, todavía Consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, dice que no sé cuántos cientos de profesores están dando voluntariamente asignaturas afines a las propias. Esto no es exactamente así, porque si el profesor al que le toca la impresentable tarea de dar afines se niega a firmar el papel que le da el director, en el que efectivamente dice que se presta voluntariamente a dar esas afines, si se niega, digo, lo mandan a otro instituto, vete a saber de dónde. Por tanto, de voluntario no hay nada en esta maniobra, de la que Figar, una vez más, dice sólo lo aparente, pero no la verdad.

Pero imaginemos que fuera verdad. ¿Te imaginas un Gobierno que permitiera que un profesor diera voluntariamente clases de lo que le diera la gana, sin tener ni idea de ello? ¿Qué dirías de un Gobierno así? Pues es lo que dice Figar que ocurre. Debería irse ya.

Y si no es verdad lo que dice porque ignora lo que ocurre, debería irse también, porque no se puede pagar a una ignorante para que maltrate a la población.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Han ppinchado con la educación





Los tics huelen. Estás más o menos tranquilamente con alguien y, de pronto, le sale un tic y el aire circundante se pone que apesta a rayos y se vuelve enseguida irrespirable.

Le pasó ayer al sr. Granados, que no sé qué será ahora en el PP. Huyendo despavorido de la idea quincemayista de que los políticos escuchen al pueblo y, precisamente, para intentar erradicar el quincemayismo, se le ocurrió sacar su tic más represivo y largar su ocurrencia de una policía autonómica, para transformar así al PP en el Partido de la Porra. Fue decir eso y llenarse el aire de un mal olor horroroso, como si a alguien con halitosis mental se le hubiera quedado la boca abierta.

Hoy le ha tocado el turno a la sra. Figar, Consejera de Educación y, seguramente, de otras cosas más en la Comunidad de Madrid. La he oído por la radio y tenía el tono de voz cabreado, que es un pellizquín más que enfadado y otro pellizquín menos que insultante. Debe de estar nerviosa, ella y los demás, porque han sido capaces de lograr lo que desde hacía mucho tiempo nadie había logrado: unir al colectivo de profesores, calentarles bien las castañas, ponerlos en pie de guerra y hacer que el problema de la educación salte a los periódicos y a la calle. El tic de la sra. Figar está muy extendido entre los miembros del PP y forma parte, al parecer, del menú degustación de la casa. Consiste en tomar por tontos y por ignorantes a los ciudadanos y, consecuentemente, decir lo que les venga en gana en cada momento, y, si es en tono de riña contenida, mejor. Decía la sra. Figar, muy en su papel de enviada de la Altísima, que los profesores no van a conseguir nada con sus protestas y que ella, por su parte, va a enviar a los inspectores a los Centros para asegurarse de que los horarios están bien hechos. Lo que no dice la sra. Figar con esta hedorosa bravuconada es que los inspectores van todos los principios de curso a los Centros a ver si los horarios están bien hechos o no, y en más de una ocasión ha habido que rehacerlos, con motivos serios o menos serios. O sea, que la cosa queda en palabras con ánimo de asustar. Pero el olor de la amenaza hueca y del deseo de meter miedo queda ahí inundando el paisaje y dejando al descubierto a la ilustre consejera.

Si los ciudadanos quisieran oler, se darían cuenta del enorme pestazo que hay en el ambiente.