Estoy de los refranes hasta la coronilla. El significado de una expresión depende, entre otras cosas, del contexto en el que se use. Los refranes prescinden de ese contexto y pretenden tener un significado universal y eterno. Un disparate. Un juez usando refranes: ¿a dónde hemos caído? ¿Qué es eso de que quien calla otorga, dicho por un juez que ha dado suficientes muestras de parcialidad como para que lo hayan separado del caso hace ya bastante tiempo? ¿Por qué no considera ese juez el derecho de cualquier interrogado a no declarar en contra de sí mismo o de su familia? ¿Qué sabe este señor (juez) de los silencios? ¿De verdad se cree que todo silencio supone estar de acuerdo con la pregunta que se le hace? ¿En qué consiste estar de acuerdo con una pregunta? ¿Nunca ha tenido la experiencia de callar porque no se está de acuerdo ni con el tema que se cuestiona ni con quienes lo tratan? ¿Qué experiencia humana tiene este señor? ¿No sabe este juez que pocos, ni siquiera sus propios correligionarios, lo ven ya como un juez? ¿Cómo interpreta este juez el silencio de los de su cuerda? ¿También otorgan credibilidad a lo que hace y dice? Quizás ahí esté el problema.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
viernes, 23 de agosto de 2024
viernes, 2 de septiembre de 2022
Desnuda y agresiva
Lo necesito, lo deseo, lo quiero: el silencio o, al menos, el sonido no invasivo, que permita escuchar y hablar a todos y que no se empeñe en ser el único posible. Pero parece que todos hacen su ruido abrupto para reivindicarse como seres vivos, para sentirse realizados como algo existente. Estoy en la terraza del bar “La sonrisa”, en pleno centro de la ciudad. Pasa el tranvía, que tiene que hacer sonar su campana y hasta su claxon para que quienes consideran que el espacio es suyo lo dejen pasar. A veces se tiene que parar porque quien está en la calle no le concede el derecho a pasar por sus vías. Pasa el motorista, con su enorme tubo de escape preparado para que suene a “Aquí estoy yo”, siendo “yo” un mero ruido. Pasa un coche vulgar conducido por un ser vulgar que considera una vulgaridad la prudencia y otra cumplir las leyes. Ataca con las ventanillas bajadas por las que expulsa una música simplona y repetitiva, y emite un amenazador ruido de acelerador para, en cuanto puede, salir disparado en medio de la gente. Los perros ladran aquí y allí. Unos parecen tenores y otros bajos, pero sus amos son ajenos a la música canina y a su cansina frecuencia. Hay niños que lloran, otros que corren y otros que juegan gritando entre las mesas. Un cliente de la mesa de al lado grita sus cosas a tal volumen que nadie a su alrededor es capaz de mantener su propia conversación. En medio de ese universo, tan lleno de ruidos y tan vacío de silencios, que aparece cada noche en “La sonrisa” y en cualquier otro lugar, me tomo un vino tinto, siempre el mismo, porque ni los clientes cambian el ruido ni en estos bares traen un vino nuevo que represente un aliciente gratificante para acudir a ellos. Aquí la monotonía es ruidosa.
Hace unas noches la vida, que es de todo menos monótona, produjo un suceso, no sé si pequeño o grande, para que quienes lo presenciaran tuvieran algo sobre lo que pensar o, al menos, hablar. Estaba sentado en la terraza viendo pasar a la gente con sus ruidos, como siempre. De pronto oí un ruido algo mayor. No le hice mucho caso porque pensé que sería algún individuo con el grado de vacío más alto de lo habitual. El ruido se fue haciendo rápidamente más alto, y parecía que se producía más cerca y a mis espaldas. Era un ruido como de mesas tiradas al suelo y de cristales rotos. Un cierto revuelo entre la gente me hizo reaccionar. Me volví y vi venir con paso decidido y a bastante velocidad a una chica desnuda de cintura para arriba, con una pizarra doble en las manos que anunciaba los productos que ofrecían en un bar de unos metros atrás. Llevaba la mirada fija y parecía dispuesta a todo. Un cliente que estaba en la dirección en la que circulaba la chica se levantó y cogió su silla como arma defensiva, apuntando con las patas a la decidida invasora. Al llegar a nuestra altura, lanzó la pizarra contra las mesas desde las que disfrutábamos de los ruidos habituales. Por suerte, no le cayó encima a nadie, pero destrozó unas botellas que había en una mesa y nos dio un enorme susto a los que estábamos allí. Ella siguió su camino hacia no se sabe dónde, a riesgo de resfriarse por el fresco de la noche y el escaso atuendo que llevaba. En seguida llegó la policía, acompañada de una corte enorme de desocupados deseosos de emociones fuertes. Parece ser que la detuvieron y que no era la primera vez que dejaba de tomar la medicación y montaba un espectáculo en pleno centro de la ciudad. Yo me imaginé que me podía haber estampado la pizarra en la coronilla, pero rápidamente deseché la imagen, porque bastantes situaciones lamentables nos ofrece la realidad como para que, encima, nos imaginemos más.
Luego pensé qué habría que hacer con aquella pobre chica, enferma de algo y desatendida del todo. Más que una comisaría necesitaría atención médica, pero ¿dónde? Me dijeron que es huérfana y que sus hermanos están igual que ella. Esta chica no puede estar sola, sin control de los medicamentos que debe tomar, pero ¿dónde situarla? Parece que la detienen y la sueltan, para volverla a detener y a soltar. ¿Está lo que queda del sistema público de salud preparado par atender a estas personas y, de paso, protegernos a los demás?
En todo caso, el silencio o, al menos, el sonido humano siguen siendo lujos lejanos y ausentes.
viernes, 9 de julio de 2021
Ruido
El ruido es en la actualidad el gran valor añadido para muchas personas. Te venden cañas con ruidos, te montas en un coche con ruidos, hay niños que van por la calle con ruidos, aunque molesten, qué más da, la sociedad genera muchos ruidos, se protesta con ruidos, se habla con ruidos. El ruido es el gran espectáculo sonoro vacío, profundamente vacío. El silencio es el gran valor para unos pocos y algo insoportable para la mayoría. El ruido se puede comprar. El silencio, es difícil de encontrar.
viernes, 30 de abril de 2021
Silencio
lunes, 20 de enero de 2020
Buenos días. Ruido
Hay mucho ruido en el mundo.
Hay demasiado ruido en el mundo.
Todos hacemos ruido, individual y colectivamente.
El sistema social, político y económico hace mucho ruido.
El capitalismo hace una cantidad insoportable de ruidos: propaganda, asaltos por la calle, ofertas de todo, llamadas telefónicas a horas intempestivas, desigualdades, que son, en sí mismas, ruidos, inserciones impresentables en internet...
La ignorancia hace mucho ruido, sobre todo en quienes quieren imponer el poder por la fuerza y en quienes desean a toda costa tener el poder, porque lo necesitan para los negocios, pero también en la gente de la calle, que no calla, ni aprende, ni se lava, ni respeta, ni parece, a veces, humana.
La tecnología hace mucho ruido, cada vez más.
La mala educación hace un ruido atroz, a veces insoportable, porque el embrutecimiento se está convirtiendo en la aspiración inconsciente de muchos.
En medio de tanto ruido, algunos tipos raros, que no queremos tragar cualquier cosa, que aspiramos a un mundo mejor, que perfilamos cada día un sentido humano de la vida, aspiramos, a veces, con una necesidad parecida a la de respirar o con la sangre consumiéndose en un hervor o con la furia que provoca el bruto, a gozar del silencio, de un rato de silencio, de la paz del silencio.
El silencio es el añorado regalo que nunca llega.
Buenos días.
sábado, 18 de enero de 2020
Buenos días. Silencio
De vez en cuando se sumergía en una soledad querida, buscada.
Allí abrazaba el silencio, la ausencia de cualquier deseo, la nada interior, el abandono de toda iniciativa.
Una vez hecho uno con el silencio, escuchaba.
Las voces de los otros, aunque ausentes, surgían claras.
Se oía también la voz del aire, del mundo, de la vida.
En el silencio todo brillaba más, sin que ese brillo se debiera a acicalamientos artificiales.
Luego volvía a la realidad con una visión más diáfana y más consciente de su papel en el mundo.
Buenos días.
sábado, 23 de noviembre de 2019
Día de la palabra
Hoy es el día de la palabra y, seguramente, convendría pararse a pensar que las palabras necesitan circular por el mundo limpias de odios, de envidias, de maldades, de manipulaciones, de mentiras, de falsedades y de todas esas excrecencias deshumanizantes con las que tantas veces aparecen.
Habría que pensar también -y habría que hacerlo despacito- en el valor indispensable que la palabra limpia tiene en el diálogo, en la comunicación, en la relación entre los seres humanos.
Deberíamos darnos cuenta otra vez de que la palabra también nos humaniza, porque sin palabra no hay pensamiento, sin pensamiento no hay cultura y sin cultura no hay un mundo humano.
Posiblemente habría que celebrar el día de la palabra guardando un poco de silencio para poder pensar en estas y en otras cosas.
Pero a mí hoy lo que me llena el alma es el abrazo.
En cierto modo el abrazo es la palabra del cariño y el cariño es la palabra de la vida humana.
El abrazo es la más potente expresión de la buena voluntad, del acercamiento, de la disponibilidad, del acogimiento, de la generosidad y del deseo de un futuro bueno.
El abrazo es el invento más poderoso que ha generado la humanidad, siempre que no esté teñido por los lamentables vicios que circulan hoy por el mundo.
El abrazo llena el presente y nos impulsa a un futuro amable, deseable.
El abrazo une dos cuerpos, dos vidas, bajo el impulso de dos mentes que quieren abrazarse.
No se vive mejor que en el interior de un abrazo, en ese espacio de intimidad compartida, en donde más que con palabras, se suele hablar con sonrisas, con besos o con lágrimas.
Es posible que en algún momento nos arrepintamos de no abrazarnos más, de no habernos abrazado más.
Cuando me imagino un mundo lleno de abrazos, mi mente sonríe.
Te abrazo.
martes, 5 de noviembre de 2019
Buenas noches. Silencio
Lo más expresivo puede ser una mirada, una sonrisa, una caricia, un gesto, un abrazo, un beso, una lágrima... Todo ello se hace en silencio.
Buenas noches.
domingo, 20 de octubre de 2019
Buenas noches. Escuchar
No se trata solo de oír, sino de escuchar. No es fácil, porque hay mucho ruido, mucho vacío sonoro, mucho grito hueco, poco silencio exterior y poco deseo de silencio interior. Creo que habría que hacer el esfuerzo de poner entre paréntesis nuestro yo, nuestros pensamientos y nuestras incesantes palabras, y recibir con atención lo que nos viene de fuera. Ese transitorio vacío de nuestra mente tiene que llenarse con lo que escuchamos. Hay que permitirle la entrada a las palabras del otro, a las miradas del otro y a sus gestos. Y, como tan brillantemente dice Pablo Messiez en la obra teatral “Las canciones”, hay que escuchar la música, pero con todo el cuerpo. La música no se escucha con los oídos. Merece la pena hacer la experiencia.
Buenas noches.
miércoles, 18 de septiembre de 2019
Buenas noches. Caminos
El silencio atento y la disposición a aprender son fuentes de riqueza interior. El ruido, que intenta llenar el silencio, y la plenitud, que desea mostrar una supuesta sabiduría absoluta, son caminos que conducen a la ignorancia.
Buenas noches.