Mostrando entradas con la etiqueta pene. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pene. Mostrar todas las entradas

viernes, 4 de septiembre de 2015

Los viernes, etimologías. Partes del cuerpo 14



PENE

Nada voy a añadir a lo que escribí hace unos meses en estas entregas (30-I-15) acerca del origen de la palabra pene, de sus derivados pincel o penicilina, y de todos sus sinónimos más o menos coloquiales, malsonantes o totalmente soeces: picha, polla, verga, falo, pijo, nabo, cola, rabo, chorra, pito, pinga, carajo, miembro viril, minga, cipote, etc. El tabú siempre produce multitud de sinónimos, y comicidad.

VAGINA

Sí, ya sé que peco de convencional escribiendo en primer lugar sobre el órgano sexual masculino y en segundo lugar sobre el femenino. Es la costumbre del diccionario, masculino-femenino. Lo siento, prometo luchar contra esta tendencia cultural.

Vagina es un término culto introducido por el anatomista Vesling en el s. XVII. El término culto latino era vulva. Lo de vagina aparece en un chiste obsceno de Plauto (s.III a.C.), genial creador de un humor subido de tono, con el sentido metafórico de vaina, funda o estuche para meter el varón su arma. ¡Qué gracioso...! ¿Sabes?, Plauto, estás perdonado, pero debes saber que veintitrés siglos después, si el chiste es irrespetuoso, no tiene tanta gracia.

De vagina significando funda aparece en español vaina, sin connotaciones sexuales. Un doblete. Y de vaina, vainilla, pequeña vaina. Vainilla ha pasado a todas las lenguas del mundo, con el sufijo castellano illa, inglés vanilla, y es una de las palabras españolas más internacionales. Otros derivados: vainica, envainar.

Pero el término latino corriente era cunnus, de donde coño, y cunnilingus.

Habrá pocos significados en la lengua con una variedad tan rica de significantes; no en vano, según estudios, el hombre piensa en el sexo cada 30 segundos. En Cuba es llamado bollo, papaya, tota, chocha; en Chile, chucha (que en España puede ser pene), concha, chuchi, cachufleta, choro, sapo y zorra; en México, bacalao, chocho, cuca, coño, mamey, mono, nido, pucha y panocha y, el más poético, rajita de canela; en Colombia, cuca, chocha, chucha, chimba, arepa, bizcocho, sapo, papo; en Argentina, cachucha, cachufla, pochola y cajeta, pero el más usado es concha; en Uruguay, concha, cotorra, almeja, raja y pepa; en Bolivia, cocho y otros comunes a zonas cercanas; en Costa Rica, mico; en Puerto Rico, canoa, chocha, chopaipa, chiclaica, clítora, coño, crica, gajos, pájara, pancha, pandorca, panocha, papaya, penca, popola, toto, totín, vaina y vellota (será por el vello); en El Salvador, torta, pupusa, cuca, chorcha; en Venezuela, cuca, cuchara, coño, cucón, pepita; en España, coño, chocho, conejo, almeja, chirla, chichi, mejillón, potorro, seta, jeta son los más ordinarios, en la Mancha, choto, en Aragón, chorrete, en Asturias, conacha, xogo, crica y fandango; y en la siempre creativa Andalucía, toto, higo (pronúnciese jigo), mollete, papo, beo, bujero, raja, hoyo (pronúnciese joyo), bacalao, breva, mojama, bollo y chumino. En catalán, figa, cony, xuixo, fall, musclo, pataca, xona, patata, petxina, raca, xot. En gallego-portugués cona, conacho, figo, parrocha (sardinilla), bacalhau. En euskera, ematutu, bagina, potxin, pottorro (¿es potorro de origen vasco?, se dice en toda España), alu (que vale para insulto en general), tutu, santumotz, el santo pequeño.

Increíble, me he encontrado una página en Internet sobre el judeo-español de Salónica, el sefardí, ¡y allí (es natural) también hay argot!

Esta entrega hace el número 75 de Los Viernes, Etimologías, desde su inicio el 28 de marzo de 2014. El que lo desee puede buscar en el índice del blog la palabra Etimologías y encontrar todas las entregas anteriores. Gracias por vuestro interés, que mantiene viva esta sección.



viernes, 30 de enero de 2015

Los viernes, etimologías. Pene, pincel, penicilina


Obra de Guillermo Pérez Villalta


PENE. Ya en latín se decía penis. Parece ser que en un nivel muy antiguo, en latín arcaico, penis significaba rabo, cola en general, sin especificar. Es decir un caballo o un perro tenían dos penes, el de delante y el de atrás. En latín clásico penis ya se refería al de delante, y se empezó a usar cauda, cola, para el de atrás.

No es que me haya dado por ponerme soez, no es esa mi intención, de verdad. El tema del sexo está muy sometido a los tabúes lingüísticos, como la religión, la muerte u otros temas. La rodilla se llama rodilla y ya está, y el codo, codo. Pero el pene no, el pene tiene montones de nombres, unos soeces, otros humorísticos, otros solo para los niños, otros cuando hay confianza, otros médicos,
etc. Y además varían con las épocas, y dependen de países, y a veces hasta de regiones. Yo soy de un pueblecito del centro de Castilla y cuando era niño, nadie decía polla, solo se decía picha, polla lo he conocido ya muy mayor, y parece que es un término restringido a España, que en Hispanoamérica no se usa con este significado.

Pene es el nombre genérico, el más neutro, pero no está exento de cierta represión. Etimológicamente hay una hipótesis que plantea que puede derivar de pesnis, y que esa s fácilmente pudo aspirarse en pehnis y después desaparecer. Van apuntando a un posible origen de esa raíz pes-, como onomatopeya del sonido de la micción, del acto de mear, vaya. Ese psss que es origen de pijo,
picha, del francés pisser, orinar, catalán pixar, italiano pisciare, inglés to piss... Curiosamente el castellano no ha creado un verbo, lo que decimos es hacer pis, o más finamente pipí. En una entrega de estas etimologías, hace meses, ya aludí (al hablar de pollo, repollo, pollino y hasta pupila, 20-6-14) al término polla, basado en la comparación del pene con un ave. Pajarito es un término
usado también en Hispanoamérica, y en inglés existe el término malsonante cock, gallo. Ya Catulo (s. I a. C.) escribió un famoso poema sobre el pajarito, delicia de su amada Lesbia, y contando que estaba muerto, que desde la Antigüedad se ha leído con media sonrisa, sospechando su doble sentido, porque Catulo es el más procaz y obsceno poeta que pueda haber, siempre hablando de la
mentula, término coloquial en latín, para lo mismo.

De otra raíz es carajo, que también significa pene, catalán carall, portugués caralho, gallego carallo, también muy extendido su uso en Perú, en Colombia... En Brasil caralho es muy obsceno. Dice Corominas que nunca se sabrá su origen. Lo que es curioso es el gran número de eufemismos que produjo: caray, caramba, cáspita..., y que actualmente carajo en España ya no suene obsceno.

Vamos a obviar, por hoy, otras denominaciones, como falo o miembro viril.

PINCEL. Viene del latín penicillus, pequeño pene, penecillo. La palabra entra en el castellano desde el catalán. Es el mismo origen que el del inglés pencil.

PENICILINA. Según cuentan, Fleming estaba estudiando en un laboratorio la bacteria llamada estafilococo y una placas que había dejado al irse a unas vacaciones de tres semanas, las encontró a su vuelta invadidas por un hongo, que descubrió que inhibía la vida de la bacteria. Resulta que el hongo al microscopio tiene forma de pene y se llama penicillium notatum. Así que el antibiótico

descubierto, que cambió el curso de la historia de la Medicina, fue llamado penicilina. Lo que demuestra la gran importancia del pene en nuestras vidas.

lunes, 14 de marzo de 2011

Las mujeres no tienen ano


Estaba en clase de Educación para la ciudadanía, en 2º de ESO, intentando explicarles que, a pesar de nuestras diferencias biológicas evidentes entre los hombres y las mujeres, todos éramos iguales y todos teníamos los mismos derechos. Les dije que algunas de esas diferencias eran observables a simple vista, como, por ejemplo, la nuez, el sexo o los pechos, pero que había otras que no se veían de esa manera. Pensaba yo en los cromosomas o en algunas pequeñas diferencias cerebrales. Se me ocurrió tantear el terreno, a ver si se les ocurría alguna de estas diferencias ‘ocultas’, así que les pregunté cuáles podrían ser éstas. Una alumna levantó la mano y me dijo que le daba corte decir en voz alta cuál era una de esas diferencias. Le propuse, entonces, que viniera y me la dijera al oído y ya veríamos luego si la considerábamos o no. Así que se levantó y con mucho cuidado me susurró:
-          El ano.
Yo la miré con cara interrogante y ella asintió convencida. No tuve más remedio que preguntarle en voz alta:
-          Pero ¿qué ocurre, que el ano de las mujeres es distinto del ano de los hombres?
-          No, profe, es que las mujeres no tienen ano.
Mi cara alternaba entre el “¡Aaahhh!” y el “Ja, ja” y, con una enorme expectación intelectual, se me ocurrió preguntarle dónde teníamos el ano los hombres. Ella, por toda respuesta, se llevó la mano verticalmente entre las piernas y extendió el dedo índice hacia adelante, intentando mostrar con evidencia dónde estaba situado el ano.
-          Hombre, pero te refieres al pene ¿no?
-          Bueno, eso, ¿qué más da?
Les dije que había que acostumbrarse a hablar con naturalidad del sexo y que lo elegante era referirse a los distintos órganos por su nombre correcto. Así, en el sexo del hombre teníamos el pene y los testículos y que nadie se iba a molestar si usábamos esas palabras. Pregunté cómo se llamaba el órgano sexual de la mujer y la mayoría dijo que la vagina. De la vulva no había oído hablar prácticamente nadie.

Yo pensaba en el “qué más da” ano que pene, en la ignorancia de la vulva y en la irresponsabilidad patológica de los curas y del gobierno valencianos, que llevan ya mucho tiempo jugando con la juventud privándoles de una educación sexual que los humanice. Si los de Madrid están así, ¿cómo estarán los de Valencia?