En este país hay un creciente e
insoportable olor a complejo de inferioridad que va a acabar con
quienes se sienten normales e iguales o parecidos a los demás. Cada
vez hay más individuos que dicen tener razón porque sí, porque así lo
han decretado ellos mismos, y que, en cambio, afirman con vehemencia que todos los demás no solo están equivocados, sino que son unos
inútiles y unos ignorantes sin derecho ni al pan ni a la sal. En
cuanto se sienten interpelados, interpretan que su situación se
tambalea y proceden a intentar rebajar la credibilidad de los demás
dándoles golpes en sus bases. Esperemos que el destino no nos depare
tener que soportar en el poder a estos acomplejados, que suplen sus
carencias con un vulgar autobombo y que hacen ver a los menos
avisados que son imprescindibles porque, al parecer, la verdad
absoluta habita en ellos. Vaya peste.
Buenas noches.