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domingo, 5 de abril de 2015

Una gran mentira



Lo que me parece la gran mentira de la religión popular la llevaba escrita en la espalda de su sudadera un cargador de uno de los pasos de la semana santa de un pueblo andaluz. Ponía allí:
“Yo te porto y tú me cuidas”


La penitencia, el sacrificio, las privaciones propias de esta manera de entender la religión creo que son actos alejados del amor -que es desinteresado y se practica a fondo perdido- y cercanos al negocio, al vulgar trapicheo del yo me fastidio un poco para que, a cambio, tú me hagas favores en este mundo y me guardes un buen sitio en el otro. O sea, economía religiosa, neolibelarismo divino. Como dijo Nietzsche, cosas de gentes débiles, incapaces de vivir por sí mismos porque son víctimas del miedo. Una gran mentira preciosamente recubierta. 

Buenas tardes.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Buenas noches. Producir




Ya creo que lo he dicho aquí varias veces, pero siempre es bueno recordarlo. 
O produces o reproduces. 
O creas o copias. 
O te creas a ti mismo o a ti misma o copias los modelos que crearon otros. 
O creas tu propio mundo o alquilas el que crearon interesadamente los demás. 
Sólo están vivos quienes crean. Los copiadores murieron ya hace tiempo, aunque crean -quizás, cobardemente- que siguen vivos. 
Hay que seguir leyendo a Nietzsche. 

Buenas noches.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Auroras


Nietzsche estuvo en Venecia entre 1880 y 1881 escribiendo lo que luego sería su libro Aurora. Pensó titularlo, primero, Sombra de Venecia, y luego, La reja del arado. Su discípulo Peter Gast le sugirió que cambiara el título enviándole este previoso verso del Rig Veda:

¡Hay tantas auroras que aún no han despuntado!
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martes, 15 de septiembre de 2009

Inventos perniciosos


Dice Nietzsche en Aurora:

Las desgracias que asaltan a un pueblo, tales como las tormentas, las sequías o las epidemias, despiertan en los individuos la idea de que han cometido faltas contra las costumbres, o hacen creer a todos los miembros del grupo que hay que inventar nuevas costumbres para aplacar a un nuevo poder sobrenatural o a un nuevo capricho de los demonios. Esta forma de sospechar o de razonar impide que se profundice en la verdadera causa natural y hace que la causa demoníaca se erija en la razón primera del hecho.
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