Ya lo dije una vez aquí: se están colando. Están resucitando al compás de una sociedad que va muriendo de indiferencia, de ignorancia, de indolencia y de sobredosis de anestesia tecnológica. A estas alturas de la historia hay que volver a encerrarse contra el franquismo, contra las fuerzas de la caverna que estaban agazapadas bajo el manto de la transición.
Nunca me cayó simpático el juez Garzón, pero lo que está en juego ahora no es la simpatía o las cualidades personales de nadie, sino una idea de sociedad, de justicia y de convivencia.
Hay dos incógnitas que despejar: el futuro del juez Garzón y el futuro de la justicia en España. Hoy, el juez Garzón es una víctima y mi conciencia me pide solidaridad con él. La justicia en España lleva ya un tiempo en una cierta caída libre cuyas consecuencias ignoro, pero que ni de lejos parecen positivas.
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