Lo ideal. Lo sano. Lo bueno. Lo justo. Lo deseable. Todo eso sería que, desde el nacimiento hasta que un ser humano alcanzara su madurez, sintiera en lo profundo de su vida que alguna persona, al menos, se preocupara por que fuese feliz. Y, también, por que se diera cuenta de que el sentido de la vida no se encuentra acaparando cosas sin límites, ni bajando al pozo del egoísmo, ni ensanchando la mancha de la codicia, ni practicando el bruto vicio del odio, ni impregnando la vida de ignorancia, sino mirando esa lejana luz que se enciende cuando procuramos hacer felices a todas las personas que nuestra limitada humanidad nos permite.