Jack tiene la costumbre y la necesidad de sentirse el centro del mundo. Quiere que todo marche a su compás. Considera que es el rey de todo lo creado y, de hecho, habla así, se sienta en donde cree que se sienta el rey, se considera el jefe, manda, controla, dispone, juzga y vive como si todo el universo girara a su alrededor. El día que se dé cuenta, porque se dará cuenta, de que no es el centro del mundo, incluso de que el mundo no tiene centro, va a agarrar un colocón metafísico-psicológico que no se lo va a quitar de encima ni rezando. Y es que la debilidad produce grandezas huecas, ridículas y molestísimas.