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viernes, 26 de marzo de 2021

Sal de la cárcel




 El odio es un arma de destrucción masiva. El odio destruye la sociedad y a las personas. La maldad del odio se advierte en la cara de quien odia, en sus gestos, en sus palabras, en su mirada. Es imposible establecer relaciones constructivas, humanas, felices con quien odia. Quienes odian terminan odiándose entre sí. Los creyentes que odian se van a condenar. Los no creyentes que odian nos van a condenar a los demás. Nadie que merezca la pena reconocerá nunca una virtud en quienes odian, porque el odio es como un tinte indeleble que mancha todos los actos de la persona que odia. Si odias, sal del odio. El odio es como una cárcel que encierra tu vida. Sal de la cárcel. No merece la pena vivir así.

sábado, 3 de agosto de 2019

Buenas noches. Lo mismo




Odio y destrucción son la misma cosa. 

Buenas noches.


lunes, 2 de marzo de 2015

Buenas noches. No los he podido diferenciar



Este capitalismo salvaje que nos está devolviendo a la selva olvidada. Esta ideología neoliberal que no ve más que dinero -limpio o sucio- allá por donde sienta sus reales. Esta destrucción masiva de todo lo valioso, de la educación, de la cultura, de la sanidad, de los pobres venidos a más cantidad y de los ricos venidos a menos calidad, de cualquier rastro de igualdad de derechos, de las libertades, de todo lo que se pueda interpretar como un avance humano.


Todo esto me vino a la mente cuando vi a los energúmenos del Estado Islámico destrozar la cultura con la que se habían encontrado. Me horroricé cuando no pude ver ninguna diferencia importante entre unos y otros. 

Buenas noches.


miércoles, 7 de julio de 2010

Construir / Destruir




La actuación de los seres humanos suele ser muy compleja en sus motivaciones y en sus circunstancias. Clasificarla es una tarea difícil y hay que generalizar mucho para obtener una taxonomía que no pueda ser calificada de imaginaria. A mí me parece que un criterio que se puede adoptar para analizar las actuaciones humanas es el de los efectos sobre la sociedad en la que se realiza la acción. Así, podemos encontrarnos con acciones destructivas y acciones constructivas. Las primeras son aquellas que producen una resta en las existencias de la sociedad. Se resta, se rompe, se aminora, se destruye, se termina con menos que cuando no existía aún la acción. Los que causan tales efectos suelen ser los tontos, los gilipollas, los resentidos, los ignorantes, los individualistas, los egoístas, los antisociales, los egópatas y, en general, los malos, los que van en contra del respeto a los derechos humanos y de la dignidad de las personas. Las acciones constructivas son, por el contrario, propias de quienes piensan más en los otros que en ellos mismos, que respetan con delicadeza a las personas, aunque piensen de manera distinta a ellos, que dialogan, que no contestan los insultos porque la guerra no genera la paz, sino, en el mejor de los casos, la calma, que son amables porque aman y que crecen porque ayudan a crecer.

Es bueno plantearse antes de actuar, de hablar, de escribir o de decidir, en qué lado de las consecuencias nos situamos. Como si el futuro de la humanidad dependiera del resultado de nuestra acción. Claro que no todo el mundo está dispuesto a situarse en tal coyuntura. Y ese es el problema.