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miércoles, 7 de septiembre de 2022

Hay que seguir

 


Hay que seguir estudiando, leyendo, informándose bien, pensando, consultando las dudas, abriéndose la mente. No podemos autodestruirnos.



sábado, 23 de abril de 2022

Día del Libro




Las personas no “sirven” para nada porque no son cosas que se usen.

Los libros sí se usan y sí sirven.

En tu opinión, ¿Para qué sirve un libro?

viernes, 23 de abril de 2021

Día del libro




El libro sirve para leer.

Leer sirve para gozar y para aprender.

Se puede gozar de muchas maneras.

No es necesario leer para gozar, aunque hay goces y goces.

Es más difícil aprender sin leer.

Se le nota mucho a quien no aprende.

Y también a quien no lee.

No aprender implica, lo admitas o no, ir embruteciéndose poco a poco, ir perdiendo humanidad.

Leer o no leer.

Esa es tu cuestión.

domingo, 28 de febrero de 2021

No hay que leer

 


No hay que leer. Lee sólo si te da la gana, si te apetece, si te lo pide la vida, pero si no lo haces, no te quejes luego de que estás hecho un viejo porque no aprendes nada, de que te has quedado antiguo porque la frescura y la juventud te han abandonado ni de que te noten a la legua, en cuanto hablas, que no lees. Es una opción, no una obligación.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Buenas noches. Momentos malos




En los momentos malos solía cambiar de aires, pensaba en lo diferente, leía algo distinto o hacía lo que no había hecho nunca. 

Buenas noches.

viernes, 9 de agosto de 2019

Buenas noches. Leer




La revista WMagazín ha invitado a quince escritores, artistas, editores, intelectuales y promotores de cultura a elegir o rescatar una palabra o concepto que se debería practicar en estos tiempos del ruido y explicar por qué.

Leer

Para tomar decisiones hay que comprender, y para comprender, tomar distancia, analizar con objetividad, no hay mejor vehículo que el de la lectura, el de los libros. Aportan ideas, comprensión, capacidad de discernimiento e inspiración. No hay persona más manipulable que una persona desinformada”: Pilar Adón, poeta, narradora y editora de Impedimenta.




lunes, 20 de mayo de 2019

Buenas noches. Leer




También se puede leer un cuadro. Cuanto más se sepa del pintor, de por qué pintó aquello, de su estilo, de lo que le rodeaba o de lo que quería expresar, más gozaremos de la contemplación de una pintura. 

Buenas noches.


sábado, 18 de mayo de 2019

Buenos días. Leer




Lee para aprender. 

Buenos días.

martes, 7 de mayo de 2019

Buenos días. Placeres




Uno de los mayores placeres creo que es el de poder leer la vida, no solo sentirla, el de intentar entender lo que se vive, no solo experimentarlo. 

Buenos días.

martes, 9 de abril de 2019

Buenas noches. Modelos




Si, por lo que sea, necesitamos un modelo del que podamos copiar algo en nuestra vida, creo que no se nos debe ocurrir fijarnos en ningún personaje público. Es mejor, me parece a mí, leer, pensar en lo que leemos y tomar como propias aquellas características que nos parezcan razonables y buenas. 

Buenas noches.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Buenas noches. ni Dios





En cuanto escribo más de cinco líneas, no me lee ni Dios. 

Buenas noches.


lunes, 11 de marzo de 2019

Buenas noches. Vivir




No se trata de ser solo un buen profesional, sino de saber vivir. No se trata de leer mucho, sino de saber vivir. No se trata de estar, sino de saber vivir. Y saber vivir como un ser humano. No es sencillo. 

Buenas noches.

martes, 5 de marzo de 2019

Buenos días. Silencios




Tenemos que aprender a leer los silencios. 

Buenos días.


viernes, 8 de febrero de 2019

Buenos días. Vida




Leyendo se cambia la vida propia por otra diferente, pero sin dejar de vivir. 

Buenos días.


domingo, 13 de enero de 2019

Buenas noches. Ortografía




La ortografía, el arte de escribir correctamente, se aprende con la memoria teórica de unas normas, que tampoco son tantas, y, sobre todo, con la memoria gráfica de la lectura. El neoliberalismo ha conseguido que creamos que todo vale, que las normas ortográficas son absurdas y que se puede hablar y escribir de cualquier manera. Todo esto sirve magníficamente para lograr ser un verdadero palurdo en la sociedad. Es una elección que, como todas, trae sus consecuencias. 

Buenas noches.


viernes, 28 de diciembre de 2018

Buenos días. Lee




Haz lo que quieras, pero lee. 

Buenos días.


domingo, 16 de diciembre de 2018

Buenas noches. Leer




Solo podemos conocer aquello para lo que tenemos palabras. Quien no sepa lo que significa, por ejemplo, la palabra 'resiliencia', no podrá conocer nada de esa actitud. Puede que la practique, pero no podrá tener un conocimiento profundo de ella. Nuestro saber tiene su origen en las palabras. Si usamos pocas palabras, el árbol de nuestros conocimientos será débil y quebradizo. Cuanto menos leamos, más pobre será nuestro vocabulario, más débil nuestro conocimiento y menos madura nuestra vida. 

Buenas noches.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Buenas noches. Lenguaje




No se puede pensar sin palabras, sin lenguaje. Si tu vocabulario es pobre, pensarás pobremente. Eso es lo que quiere el desgraciado que usa el poder en su propio beneficio: gente sin vocabulario, sin palabras, sin cultura, que no lea, que no piense, que no se dé cuenta de nada, que no se rebele y que obedezca. Y mucha gente le dice que sí. 

Buenas noches.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Buenos días. Lee




Haz lo que quieras, pero lee. 

Buenos días.


domingo, 23 de septiembre de 2018

Lectura para el domingo. Historias de este país / 2



En otra ocasión tuvimos que esperar un buen rato en la parada de un autobús. Estábamos en una avenida amplia, con cuatro carriles, dos en cada sentido, separados por una isla de peatones con árboles y plantas. Detrás de la parada había un bloque enorme de viviendas, de esas que llaman pomposamente 'una urbanización', con una piscina y unos jardines en su interior. Caía un sol de justicia.

De repente, de la llamada urbanización salió una pelota grande, verde, que voló cerca de nuestras cabezas, botó en los primeros carriles, por los que en ese momento no pasaba ningún coche, y fue a perderse en la isla de peatones o más allá. En seguida salió del bloque de viviendas un niño de seis o siete años, de ojos azules, rubio y con cara de ser el hijo del dueño del mundo, dispuesto a recuperar la pelota. Le advertí de que tuvieran cuidado con lo que estaban haciendo, porque estaba en peligro la seguridad de los peatones que estábamos allí. Sin cambiar la fría expresión de su rostro me dijo algo que me pareció que sonaba a 'Lo siento', recuperó la pelota y volvió a adentrarse en la llamada urbanización.

En la parada del autobús estaba también una señora mayor, que lucía un cuidado peinado en su cabello rubio. Algo debió de olvidarse la señora en su casa porque decidió volver por donde había venido. Nada más salir de la marquesina que cubría la parada, volvió a surgir del interior de la urbanización la misma pelota que, en su vuelo veloz, pasó rozando la cabeza de la señora. Al instante salió el mismo niño que antes había dicho que lo sentía, o algo parecido, el cual, sin mostrar el menor rasgo de arrepentimiento ni un atisbo de propósito de enmienda, había seguido jugando con la pelotita y dando rienda suelta a sus apetitos más primarios. Me pareció que el cinismo y la desvergüenza de los que hacen gala ciertos personajes dedicados al gobierno de este país habían prendido con fuerza en la mente de ese pobre niño que ya, en su dulce infancia, apuntaba maneras. La señora, que había presenciado ya el primer vuelo de la pelota, reprendió al niño diciéndole que a ver si no se iba a poder salir a la calle sin el riesgo de que le dieran un pelotazo.

La señora se lo dijo gritándole, porque ante una agresión -aunque no fuera consumada- de este tipo, lo normal es reaccionar con una fuerte protesta. Al niño le dio igual porque se hizo de nuevo con la pelota y volvió con ella al refugio dorado de su urbanización. Pero, en cuanto entró, salió de ella otro jovencito, este de unos catorce años de edad física, alto, descalzo y con un principio de cresta en su cabeza rubia. Mirando fijamente a la señora, le soltó:
-Señora: a mi hermano no se le grita. Estamos en nuestra urbanización y en ella hacemos lo que nos da la gana.

Me vi obligado a intervenir, no solo en defensa de la señora, sino intentando que aquel maleducado en estado medio salvaje comprendiera que en su urbanización podían hacer lo que quisieran, pero que si eso afectaba a los peatones y a la calle, deberían dejar de hacerlo. Fracasé en mi intento, porque aquel ser antropomorfo, antisocial, que parecía un proyecto avanzado de individualista neoliberal y que no daba muestras de tener neuronas en funcionamiento no parecía salir del imperioso deseo de satisfacer sus propios apetitos y de su rechazo visceral a que nadie le llevara la contraria. Después de un intercambio inútil de palabras en las que el jovencito, como si fuera un aprendiz de leguleyo dispuesto a enrolarse en cualquier mafia en busca de beneficios fáciles, me argumentó -móvil en mano- que en su urbanización estaba prohibido jugar con un balón 'de reglamento' -ignoro a qué reglamento se refería, si al de fútbol, al de baloncesto o a otro-, pero no con una pelota de goma. Como el pobre chaval no había entendido nada de lo que le habíamos dicho ni la señora ni yo y ya estaba emprendiendo la retirada hacia su refugio, opté por decirle en voz alta:
-Lo que tienes que hacer es coger un libro y ponerte a leer.

A lo que, sin pensárselo dos veces, me respondió:
-Y tú lo que tienes que hacer es coger un móvil y aprender a usarlo.


Me hizo gracia la impertinencia del jovencito contestón y en mi fuero interno le agradecí la impagable imagen sociológica del país que me había ofrecido entre balonazos frustrados y diálogos imposibles.

Buenas noches.