La escritura, nacida en la Edad de Bronce, ha fascinado y fascina siempre no solo de por su valor incuestionable para nuestro desarrollo, al ser garante de transmisión y preservación de conocimientos y culturas, sino porque en ella subyace ese indescifrable enigma de ser espejo de creencias y estructuras sociales que formaron los pilares de las civilizaciones pasadas...
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