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domingo, 21 de septiembre de 2014

Cristina del Valle. De San Sebastián a Tordesillas. Otras fiestas populares son posibles



Te invito a leer el artículo de esta semana de Cristina del Valle en Cambio 16. Se titula De San Sebastián a Tordesillas. Otras fiestas populares son posibles

Puedes leerlo aquí.

lunes, 16 de febrero de 2009

Secuelas de la guerra


Te recomiendo el artículo que con el título de Psiquiatría del horror, aparecía el pasado domingo 1 de febrero en El País. Leemos en él lo siguiente:

"Las auténticas armas de destrucción masiva son las que avivan los conflictos, la pobreza y los abusos contra los derechos humanos en todo el mundo",

ha escrito Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional.

El doctor Mahmud Sehwail, fundador y director del Centro de Tratamiento y Rehabilitación para Víctimas de la Tortura (TRC) de Ramallah, habla de las consecuencias de la guerra:
"Hay un programa continuo para niños. Millares de menores palestinos han
visto morir a sus amigos, presencian los bombardeos". Los niños palestinos
tienen armas de juguete; basta dirigirse con una cámara de fotos a un grupo de
críos para que posen con sus pistolas. Imagino que los niños -que juegan en
calles empapeladas con las fotos de mártires- crecen rodeados de odio, en un
ambiente propicio para que se conviertan en personas muy agresivas, tal vez en
hombres y mujeres dispuestos a inmolarse. "Yo he conocido a las familias de
suicidas", dice Mahmud Sehwail, "y en muchos casos no hay motivo religioso ni
político. La frustración y la desesperación son las verdaderas causas del
suicidio. Hace unos años me invitaron a un programa de radio. Un hombre llamó
diciendo que sus hijos presenciaron cómo un soldado israelí mató a su madre. El
hombre pidió ayuda psicológica. Un mes más tarde supimos que aquel hombre se
había volado a sí mismo en Israel, matando a varias personas. No pudo manejar
sus problemas".




domingo, 17 de agosto de 2008

Música y tortura

Si has vivido en una ciudad pequeña, habrás podido sufrir las consecuencias de la falta de respeto y de la ignorancia de los incivilizados, posiblemente enfermos, que van con la radio del coche a todo volumen molestando indiscriminadamente a vecinos, transeúntes y a todo el que tenga la mala fortuna de cruzarse con ellos. En el mejor de los casos, es posible que estos individuos no sepan lo que les ocurre. Incluso puede que su necesidad psicológica de llamar la atención y de huir de sí mismos les impida saber que están molestando. Pero ¿saben estos individuos y saben las autoridades que toleran su comportamiento que éste tiene algún parecido con los métodos de tortura que se practican en Guantánamo?

Te invito a leer el artículo que aparece hoy en el suplemento dominical de El País sobre este asunto.



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