Si quieres a alguna persona, déjala ser. No le impongas tus criterios, ni tu estilo de vida, ni tus preferencias, ni tus gustos. No la gobiernes, como si fuera una cosa. No le prohíbas lo que no entre dentro de tus esquemas. Esa persona a la que dices querer, sobre todo si es tu pareja, no eres tú. Nació libre y debe vivir libre. Tiene derecho a ser como quiera ser. Si la quieres, lo que tienes que hacer es ayudarla a ser como ella quiera ser. No vivas tú por ella. Buenas noches.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Mostrando entradas con la etiqueta libre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta libre. Mostrar todas las entradas
sábado, 15 de agosto de 2020
domingo, 20 de diciembre de 2015
sábado, 4 de enero de 2014
Buenos días. Más autonomía
Si el amor no te da más autonomía, es
que no es amor.
Una persona es autónoma cuando hace en su vida lo que quiere hacer, lo que ella misma entiende que es bueno hacer, no lo que le obliga a hacer desde fuera otra persona.
Buenos días.
Una persona es autónoma cuando hace en su vida lo que quiere hacer, lo que ella misma entiende que es bueno hacer, no lo que le obliga a hacer desde fuera otra persona.
Buenos días.
jueves, 11 de octubre de 2012
Buenos días. España evoluciona
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el
que España, que era una -aunque había dos-, grande -a pesar de lo
cual no cabían todos- y libre -sobre todo para los que tenían
poder-, se definía, por quien tenía atribuciones para definirla,
como “una unidad de destino en lo universal”. Esto de la unidad
-otra vez- en lo universal tenía un tufo fascista insoportable, pero
volvía locos a los que profesaban la funesta manía de querer
someter a los demás bajo las suelas de sus rancias ideas. Estas
palabras tan solemnes -en el fondo, tan vacías- les solazaba el
espíritu, les disparaba las glándulas y la hormona de la metafísica
patriotera se les ponía por las nubes, hasta el punto de que se
colocaban en las mismas puertas de la otra vida, aunque con los pies
muy bien asentados en esta. Yo creo que lo que les atraía de todo
este montaje era que lo consideraban como un negocio espiritual que
les proporcionaba bienestar anímico aquí y, encima, creían que les
garantizaba el acceso futuro a reinos eternos, que se supone que
también estaban llenos de unidad y de universalidad, para que no
desentonaran.
Pero, a pesar de todo el afán
conservador que se quisieran echar sobre la brillantina estos negociantes
disfrazados de hombres píos, las cosas cambian. Aunque alguien se
acostumbre a volver la cara para otro lado e ir mirando de reojo, la
sociedad evoluciona y las palabras van perdiendo el aire que las
mantenía infladas, hasta quedarse convertidas en desechos antiguos e
inservibles. Así, el negocio espiritual, que catapultaba a la
estirpe española hacia el más allá, se fue transformando
inadvertidamente hasta situar en el trono que antes ocupaba el
espíritu, la más reconfortante y placentera materia, revestida de
ganancias, dineros y prebendas encerradas en el glorioso saco del
capitalismo.
De esta manera, la España que unos
padres acostumbrados a mirar al sol consideraban una unidad de
destino en lo universal, fue transformada por sus hijos, que no
dejaban de contemplar al astro rey, pero que ya solían usar gafas de
colores oscuros y cremas solares para evitar ciertos peligros, en
algo mucho más eficaz, más beneficioso y más lucrativo: la marca
España.
En esas estamos hoy.
viernes, 8 de junio de 2012
Elogio de la mujer libre
Yo quiero ser yo y voy a ser yo. No
quiero ser lo que otro quiera que sea. Nadie va a acabar con mi
libertad. No tengo por qué hacerle caso a nadie a la hora de decidir
cómo va a ser mi vida. Los voy a escuchar a todos, porque puede que
tengan algo válido que decir, pero las decisiones sobre mi vida las
voy a tomar yo.
Esta actitud va a afectar también a mi
forma de vestir. Estoy harta. Ya está bien de que me miren como si
no fuera más que un pedazo de carne de mujer. Me refiero a los
hombres, pero también a algunas mujeres. Hay mucha gente que no
tiene dignidad y que cree que las mujeres tampoco la tenemos. No voy
a taparme ni a destaparme porque me lo diga alguien desde fuera. Soy
tan ser humano como el que más y voy a ser yo la que decida
cualquier cosa que tenga que ver con mi vida.
Hay una plaga en el mundo, el machismo,
que dice que los hombres son superiores a nosotras y que por eso
tenemos que obedecerles. Yo me niego. En este mundo todos somos
iguales y todos tenemos los mismos derechos, digan los machistas lo
que digan.
En algunos lugares los machistas
obligan a las mujeres a taparse de arriba a abajo para que no las
vean los otros hombres. No creo que aquí se les ocurra a ninguno de
estos -y hay muchos- hacerlo. Por estos pagos lo que se utiliza cada
vez más es lo de que estemos sexys, atractivas y bellas para que así
atraigamos a los hombres y podamos atrapar a alguno de ellos. Ninguno
dice lo que viene luego, porque en realidad no es que los atrapemos a
ellos, sino que son ellos los que nos atrapan a nosotras. Una vez que
estás dentro de su red es como si se te nublara la vista y ya no ves
ni la libertad, ni el hacer lo que te apetezca, ni el cariño. Ni
siquiera te ves a ti misma, sino a una momia de lo que fuiste.
Ninguno te habla de eso y ninguna te advierte de lo que puede venir.
Cuando quieres darte cuenta, aquel hombre tan gracioso, tan seductor
y que te hablaba de una vida estupenda, se ha convertido en tu amo y
tú tienes que vivir como a él le dé la gana. En poco tiempo te
olvidas de que puedes pensar como quieras y que puedes hacer lo que
te parezca. Y lo más cercano que tienes para sentirte a gusto, tu
vestido, se tiene también que adaptar a sus gustos, a sus caprichos
y a sus manías de enfermo. Esta es una cruz que no se ve desde
fuera. ¡Cómo me hubiese gustado a mí que me hubiesen avisado!
Algunos de estos machistas, y algunas
mujeres que piensan como ellos, son tan simplones y tan tontos que
creen que el atractivo y la belleza se dan cuando te obligan, por
ejemplo, a llevar un vestido ajustado. No entienden que yo me pongo
atractiva cuando me da la gana y que, en cambio, si me obligan a
vestir de determinada manera, me puedo convertir en una borde odiosa
o en una tonta del bote.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)