Quienes no le tienen miedo al qué dirán, ni son amigos de la envidia, ni suelen andar comparándose, ni odian la libertad, ni rechazan la igualdad, ni quieren ser otra cosa más que ellos mismos, sólo ellos, que son fuertes, son capaces de desnudarse el cuerpo y el alma con los demás.
Los débiles, los que se sienten inseguros, descontentos o resentidos, los que prefieren quedarse dentro y no salir a vivir, los que huyen del riesgo y se refugian en las tradiciones, los que se mueven bien entre las tristezas, los que son débiles y no son capaces de echarse a vivir, a esos les crecen en la mente como hongos el pudor, la vergüenza y el resto de trincheras que le preservan, según creen, de los peligros. Esos siempre van bien vestidos, convenientemente cubiertos de telas y de excusas, perfectamente disimulados, representando espléndidamente el papel que han elegido para ocultarse.
Esta es una opción. Buenos días.