Acabo de ver otra vez, por puro gusto, la película Sevillanas, del gran Carlos Saura. Han sido un gozo y una alegría enormes, pero con ese puntito trágico -no lo puedo remediar- que me da el comprobar que muchos de los que aparecen en ella se han muerto ya. La película es del año 1992, pero quienes cantan y bailan están muy vivos en el recuerdo, por lo menos en el mío. Afortunadamente, la presencia ineludible de la muerte en la vida me da ganas de vivir, me hace urgente la vida, me empuja a hacer lo que tengo que hacer. Lo que no haga hoy ya no lo haré, aunque lo haga otro día, pero ese día que lo haga dejaré de hacer lo que le correspondería, para ocuparme de lo que no hice hoy. Hay que vivir. Hay que hartarse de vivir. A mí me sale decir que hay que jartarse de vivir.