Hay conceptos que parece que se han
alejado de nosotros a una velocidad de vértigo. Ocurre también con
las palabras que expresan esos conceptos. Me viene esto a la cabeza
por el uso de términos como 'espíritu' o 'espiritualidad'. En
principio, parece que se refieren a aquello que hay en nosotros, que
no parece pertenecer al mismo ámbito de realidad que la materia y
que nos eleva un poco sobre el mundo sensible, el mundo observable.
Un tipo de cosas parece que es, por ejemplo, un automóvil y otra, de
otro tipo distinto, una sonata de Beethoven. El primero pertenece a
ese mundo sensible, material, y el otro entra dentro más bien del
mundo de la cultura, del espíritu. Muy maltratado está hoy este
mundo del espíritu. Por un lado, parece que remite al mundo de lo
religioso, quizás por la tradición educativa, que entre nosotros ha
estado siempre teñida de catolicismo; por otro, a muchas personas
esto del espíritu le suena a algo desconocido, inaccesible, lejano a
la televisión, tan cotidiana y tan castrante, como si fuera propio
de otras mentes; y por fin, el poder neoliberal establecido ha
entronizado el nada espiritual dinero como único valor y ni sospecha
que los ciudadanos tengamos que cultivar el espíritu, si queremos
llegar a ser lo que somos. Corren muy malos tiempos para el espíritu.
Buenas noches.