Soy republicano y comunista. Ambas
cosas, en teoría. Me parece que la forma de jefatura del Estado más
racional y democrática es la república, en donde el jefe sea
elegido democráticamente por los ciudadanos. Soy comunista porque me
parece que el modo de producción más justo es aquel que no permita
el lucro excesivo de quienes tienen los medios de producción, y
porque el modo de reparto de las riquezas debe ser justo, equitativo
y basado en la igualdad.
Dicho esto, en la práctica, no soy ni
republicano ni comunista. No soy republicano porque en este país
está aún vigente aquel diagnóstico de Machado en sus
Proverbios y Cantares: “De cada diez cabezas, / nueve
embisten y una piensa. / Nunca extrañéis que un bruto / se
descuerne luchando por la idea.”. Me parece que entre nosotros no
estamos acostumbrados a razonar sosegadamente sobre lo que ocurre.
Los impulsos, las embestidas, los vaivenes irracionales son, en este
país de personas poco dadas a la información y al conocimiento, muy
peligrosos. No quiero ni pensar qué sería de España con personajes
como Esperanza Aguirre, Gallardón, algunos de los muchos implicados
por la Gürtel, un corrupto sin descubrir o algún iluminado de los
que pueblan los diversos partidos encumbrados en la Jefatura del
Estado. Si ya la democracia nos está dando unos sustos de
consideración con esas abstenciones peregrinas y esas mayorías
absolutas tan curiosamente obtenidas, sólo faltaba poner al frente
del Estado a algún elemento al que se le ocurriera terminar, de un
plumazo interesado, con la débil democracia que poseemos. No sé qué
hubiesen hecho cualquiera de estos 'estadistas' un 23 de febrero.
Por lo demás, no conozco a ningún
experto en esta materia que defienda que, económicamente, la
república sea más barata que la monarquía. Sí, en cambio, conozco
quienes sostienen lo contrario. Y, sobre todo, están los datos. En el
año 2013, la monarquía española le costaba al ciudadano 7,9
millones de euros. La británica costaba 42, la República francesa,
103 y la República italiana, 228. De manera que desde el punto de
vista económico no hay nada que decir en favor de la República.
Nunca entendí que las andanzas de
Urdangarín tuvieran que afectar a la monarquía, como no entendería
que hubiera que dejar de ser demócrata porque Rajoy tuviera un yerno
golfo, o que algún católico dejara de creer en su religión porque
el papa tuviera un familiar torcido.
La república me parece una forma ideal
de gobierno, pero no veo yo la coyuntura española muy preparada para
asumirla conscientemente. Cuando la formación política de los
ciudadanos se normalice, será un buen momento para hablar de este
asunto. Mientras tanto, prefiero hacer los experimentos con gaseosa.
Creo que en España hay gravísimos problemas sociales y económicos
como para que estemos entretenidos con el asunto de la monarquía o
la república.
Respeto a que en la práctica tampoco
soy comunista, el argumento es breve y claro. La forma de producción
que ha fracasado en todos los lugares en las que se ha instaurado es,
precisamente, el comunismo. El capitalismo es el que,
lamentablemente, funciona, aunque haya que corregir las terribles
desigualdades que genera, pero este es otro tema.
Buenas tardes.