El mentiroso necesita nuestro olvido
para que no recordemos que nos mintió, ni cómo nos engañó, ni que
fuimos tan estúpidos de creerle una y otra vez.
El mentiroso nos
necesita desmemoriados.
El mentiroso no nos permite tener nuestra
historia, porque es la suya la que quiere instalar en nuestra mente.
El mentiroso quiere que nuestra verdad sea su mentira y que nuestros
deseos respondan a sus intereses.
El mentiroso nos quiere ignorantes,
obedientes, súbditos, entontecidos y dóciles.
El mentiroso no
quiere que seamos nosotros mismos, sino una sucursal siempre
dispuesta a aceptar sus mentiras sin rechistar.
El mentiroso se
siente molesto cuando pensamos, cuando somos críticos, cuando
tenemos nuestras propias opiniones.
El mentiroso tiene dentro de sí
una insoportable soledad interesada.
Buenas noches.