Estamos tolerando lo
intolerable. A veces, incluso hay quienes les ayudan y les facilitan
la vida. No me gusta llamarle radicales porque así se oculta lo que
verdaderamente son: violentos. Defienden una manera de estar en la
vida en la que no cabemos todos, sino sólo ellos. Frecuentan el
insulto, la descalificación de los demás, la violencia, si lo creen
necesario. Tienen unos afectos desmedidos por un equipo de fútbol y
un odio sin control contra otros equipos. Psicológicamente son
primarios, fanáticos, probablemente enfermos. No tienen ninguna
ética mínimamente presentable, puesto que los otros son sus
enemigos. Tienen mentalidad de potenciales delincuentes y, cuando se
dan las circunstancias adecuadas, dan rienda suelta a su
potencialidad. No han recibido -o no la han entendido- una educación
para la convivencia o para la coexistencia en la sociedad. No
entienden lo que significa vivir en sociedad ni que en la sociedad
debemos poder vivir todos. Posiblemente tengan un problema afectivo
de consideración que les ha llevado a esa pésima condición humana
que exhiben. Valores humanos como la igualdad, el respeto, la
tolerancia, la nobleza o la paz les son ajenos y lejanos. Son un
peligro para la sociedad. Ni los dirigentes de los equipos de fútbol
ni los gobernantes parecen estar al tanto de ese peligro o les da
igual que exista o no saben qué hacer con ellos o no les interesa
hacer nada. La estúpida y brutal lucha callejera de hoy en Madrid ha
sido un mal trago y un mal ejemplo para muchas personas. La Delegada
del Gobierno en Madrid ha admitido que no tenían información, cosa
que, al parecer, sí tenían en A Coruña. No ha dimitido.
Seguramente que si hubiese sido una manifestación de protesta contra
este Gobierno cruel y en favor de la igualdad o de los pobres, sí se
hubiese informado convenientemente. Los dirigentes de los equipos de
fútbol se lavan las manos como si no fuera con ellos. Los
responsables de la educación no se apresuran a incluir estos asuntos
en los planes de estudio. En los medios de comunicación no sale
nadie aleccionando a los ciudadanos para que estas barbaridades no
sucedan. Nadie se preocupa de estas peñas -bandas de delincuentes
violentos- que pululan alrededor de los equipos de fútbol. Aún
creen que el fútbol es un mero deporte. Entre los violentos, los
golfos, los ricos, los que se creen que son ricos y los
incompetentes, da pena ver este país.
Buenas noches.