Hoy le he dicho a una amiga muy querida
que el desgraciado suceso protagonizado por el piloto del avión no
es más que un caso aislado. Se lo he dicho por consolarla y porque
lo creía así. Luego, he venido a casa, lo he pensado mejor y he
cambiado de opinión. Lo siento, amiga.
Tengo la impresión de que este piloto
absurdo es un tipo en el que cristalizan actitudes que estamos
tolerando -algunos, alentando-, sin que hagamos nada por eliminarlas.
Un tipo que va a lo suyo, que alimenta sus frustraciones o sus
locuras sin que tengan salida, sin un desahogo humano, seguramente
sin que nadie lo escuche. Un tipo para el que todo vale, que se cree
con capacidad de hacer lo que le sale de las narices sin tener en
cuenta a nadie ni nada. Un tipo que se aísla, da igual que cierre
con llave la puerta de la cabina o que se ponga los auriculares o los
cascos, o que se concentre en el móvil, o que se enfrasque en el
ordenador, y que vaya por la vida sin ningún miramiento, como si
estuviese solo en un mundo que cree que es suyo. Un tipo al que los
demás le importamos un pimiento. Un tipo para el que la vida
seguramente no tenía sentido porque a lo peor nadie le había
invitado a amar la vida. Yo no digo que el mundo esté lleno de
pilotos de este estilo, pero sí que estamos creando unos individuos
muy parecidos a este estúpido piloto.
En la base de todo esto veo una
carencia de lo que siempre fue el distintivo del ser humano: la
racionalidad. Cada vez pensamos menos. Cada vez quieren que pensemos
menos. Cada vez sabemos menos pensar. Cada vez nos dejamos más
llevar por lo irracional, por los sentimientos, los odios, los
deseos, por la visceralidad. Estamos creando pilotos de este tipo que
no necesitan avión. Yo los veo en la carretera cada día: no les
importan nada ni su propias vidas ni las de los demás. Veo a los
neoliberales recortadores y veo pilotos locos sin avión. Veo a los
banqueros y veo a personajes de este tipo. Y veo por la calle a
muchos individuos que se le parecen mucho al piloto. Nos estamos
dedicando a todo, menos a crear seres humanos. Buenas noches -es un
deseo-, pero pongámonos manos a la obra. Besos y abrazos -es una
necesidad.