En 1980, todos los chilenos eran hijos de un único padre despótico y tiránico: Augusto Pinochet. Tras la experiencia dictatorial, finalizada en 1990, aquellos que fueron niños durante el régimen empiezan a realizar una literatura similar a la que caracteriza la Posmemoria, teorizada por Marianne Hirsch. Así pues, en ella se atisban las voces de una segunda generación de afectados: aquellos que no vivieron directamente los horrores de la dictadura porque “no podían entender”. No obstante, será precisamente esa misma condición la que les permita a estos sujetos que no han vivido el trauma fundar sus memorias en la transmisión de este o, más bien, en los vacíos que genera el mismo...
Puedes leer el artículo de Paula Barba del Pozo pulsando aquí.