Párate un poco. Intenta recordar esas veces en las que has preferido renunciar a tus deseos, a tus caprichos, a lo que tenías previsto, y has preferido dedicarte, con todo respeto, a lo que necesitaba la persona a la que amas, las personas a las que amas, incluso a las que no amas. Intenta traer a tu memoria esos momentos en los que consideraste al otro, a los otros, más importantes que tu yo. Si fuiste consciente de lo que hacías, seguramente sentirías algo de plenitud, de bondad y de justicia en tu mente, y te aparecería una vivencia que podrías entender como el sentido de la vida. Creo que eso que habías hecho era amor.
Recuerda también esos otros momentos en los que aceptaste la ayuda de la persona a la que amas, de las personas a las que amas, incluso de las que no amas o no conoces. Entonces fuiste capaz de vencer tu timidez, tu orgullo. tus deseos de privacidad o tu intención de no molestar, y dejaste que te ayudaran. No es tan fácil a veces dejarse ayudar, pero lo hiciste y sentiste que en tu mente nacía un lazo que te unía con esas personas que te ayudaban sin pedir nada a cambio. Creo que eso también era amor.
Considero que el amor es un dar a fondo perdido, sin pedir contrapartidas, sin que la idea tan habitual de negocio tenga nada que ver con él, sin segundas intenciones, sin utilizar a la otra persona para que te devuelva el amor dado.
Este amor es una forma de vivir que lo abarca todo.