Hay que oxigenarse de vez en cuando. Lo
mejor es vivir siempre oxigenado, intentando comprender cada
situación y no siendo dominado por ellas. Pero, en todo caso, hay
que salir de lo cotidiano, de la rutina, de la cabreante y asfixiante
monotonía de cada día y aprender a vivir cada momento con gozo.
Unas veces, porque sea agradable, y otras, porque la generosidad sea
lo que nos mueva a actuar. Hay que aprender a vivir cada día. Hay
que respirar hondo y, como dice una querida amiga mía,
hiperventilarse. Buenas noches.