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viernes, 12 de febrero de 2016

Los viernes, etimologías. Pronombres personales III



NOSOTROS.

NOS ha pasado al castellano sin alteración, pero solo para un uso átono, sin acento, como complemento del verbo o reflexivo, "nos vio, nos vamos". La forma tónica, con acento, como sujeto y con preposiciones, se ha reforzado con otros: nos-otros, "nosotros vamos", "con nosotros". Otro deriva del latín alter, y esto ocurre en el castellano y en paralelo en el catalán nosaltres, pero no en el portugués nós, ni el francés nous ni el italiano y rumano noi.

VOSOTROS.

El vos latino sufrió una evolución interesante, que está muy estudiada, a través de los textos, siglo a siglo. En principio coexistieron la forma tónica vos y la átona vos. Después vos dejó de significar plural, pasó a ser fórmula de tratamiento alternativa a , y apareció vosotros para las formas tónicas (entre el s. XIII y el XV) y os para las átonas (s.XVI). En el s. XV se impuso vuestra merced, que acabaría desembocando en usted. Finalmente vos quedó como sinónimo de en casi toda América. El voseo es absoluto, y culto, en Argentina, Paraguay y Uruguay, y en Costa Rica, pero es residual, o restringido a áreas rurales, por toda Hispanoamérica, menos el Caribe, que siempre estuvo en contacto directo con la Península.

Falta referirnos a se, que ha pasado del latín al castellano sin sufrir ninguna transformación. Incluso conserva su indiferenciación respecto al singular y plural. Este se sí que pertenece realmente al sistema me, te, se, nos, os, se; lo vemos también en la serie conmigo, contigo, consigo. Él - ella, con su diferenciación de género, son recién llegados, son como adoptados.

DEMOSTRATIVOS.

Ya que hemos hablado de demostrativos... El demostrativo latino tenía tres localizaciones espaciales: este, ese y aquel. No todas las lenguas romances los han heredado como el español. El francés solo tiene ceci - cela, el catalán solo tiene aquest - aquell. Como el inglés, por su parte, solo tiene this - that. El euskera también tiene tres: honek, horrek, hark, El latín tenía hic, iste e ille. Hic se ha perdido y su lugar lo ocupó iste - ista - istud, nuestro este; is - ea- id pasó a ocupar el lugar de iste para formar nuestro ese; e ille ya hemos visto, en la entrega anterior, que pasó a ser el pronombre personal y el artículo, y se recaracterizó como ecce+ille para formar nuestro aquel. Un lío, es cierto. Hazte un croquis; si no...
Pero aunque hic se haya perdido, está en la raíz de palabras muy interesantes: hoy deriva de hoc die, este día; aguinaldo de hoc in anno, en este año, porque se utilizaba en las canciones populares de Año Nuevo; y una muy bonita, pero, de per hoc, por esto; también el arcaico hogaño, de hoc anno, en este año, y el latinismo ad hoc, para esto, adecuado.






viernes, 5 de febrero de 2016

Los viernes, etimologías. Pronombres personales II



La curiosidad que tenemos en los pronombres es el resto de DECLINACIÓN que ha quedado de un sistema que se extendía a todos los nombres, adjetivos, pronombres de todo tipo y hasta algunas formas verbales, eso que llamamos DECLINACIÓN, que la palabra cambie según la función que realice, eso que conservan el ruso o el alemán, y que también tiene el euskera. Español o inglés han conservado ese resto en los pronombres: yo - me, - te, como he - him, she - her. Es un resto curioso. Es como si hubiéramos tenido una fiesta, después limpiáramos la casa, y en un rincón hubiera quedado algún confetti perdido. Las lenguas que tienen declinación y sus hablantes nos parecen bichos raros, y nosotros lo hacemos en los pronombres y no nos damos ni cuenta.

TÚ, TE, TI, CONTIGO. En latín era tu, te, tibi, tecum. La evolución al español es muy normal, aparte de la recaracterización de tecum - contigo, análoga a la de mecum - conmigo que vimos en la pasada entrega.

A propósito del ti (no sé si es el sitio de recordarlo), ¡que no se acentúa! Uf, maldita analogía con ... Hasta hubo un bochornoso programa en la tele con la cabecera a toda pantalla HAY UNA CARTA PARA...¡Noooo! Inventemos una adivinanza, a ver si... Que nunca ha estado en Madrid, porque siempre está en París, y que nunca es para ti, pero siempre es para mí. (¿Solución? ¡Hombre, la tilde!)

ÉL, ELLA, ELLO, LO, LA, LE (y sus plurales). Nuestra tercera persona proviene del demostrativo latino ille - illa - illud y todas sus formas, que significaba "aquél, aquella". El latín, por extraño que parezca, carecía de pronombre personal de tercera persona (ya hablaremos de se). Con el y el yo ya funciona una conversación, no hacen falta más personas, el emisor y el receptor. ¿Que se querían referir a alguien que no era ni el emisor ni el receptor? Pues usaban is-ea-id, que significa "el citado antes", o usaban ille-illa-illud, que significa "aquel". Cuando ille, de tanto usarlo empezó a significar simplemente "él", se recaracterizó para el significado originario "aquel", con ecce, he aquí; ecce+ille, de donde viene nuestra palabra aquel. Cuando ille funcionaba solo ha acabado siendo el pronombre personal, pero cuando acompañaba al nombre, ille homo, illa mulier, ha acabado siendo el artículo, el - la. El latín también carecía de artículo, y el castellano con ille - illa ha creado dos formas nuevas que el latín no tenía: el pronombre personal él - ella y el artículo el - la. Eso es saber aprovechar el material.


Y luego está el lío que tenemos en nuestra lengua con las formas de complemento directo e indirecto. Del acusativo latino illum, illam vienen lo, la, y del dativo illi, masculino y femenino, viene le. Ese sistema es etimologista. Pero en Castilla, cuando la lengua ya se había extendido incluso al otro lado del Atlántico triunfaba un sistema innovador, análogo a la igualación de me y te para todo complemento: "Me vio, me regaló flores", "te vio, te regaló flores". Esa igualación simplificaría también la tercera persona: "le vio, le regaló flores", "la vio, la regaló flores". Este sistema innovador es el de los hablantes de la Meseta y de los grandes genios del Siglo de Oro, también el del Quijote. Pero como son mayoría los usuarios del primer sistema, el etimológico, este es hoy día el considerado correcto y culto.

viernes, 29 de enero de 2016

Los viernes, etimologías. Pronombres personales I



YO

Deriva del latín ego. ¿Y cómo puede evolucionar ego a yo? Pues muy sencillo. En latín tardío cae la g. ¿Cae, por un barranco? Quiere decir que se debilita hasta no sonar. Es lo que pasa en español actual con la s final (depende de zonas), o con la d intervocálica. Ha habido ministros que en noches electorales han dicho por la tele "contao", "escrutao"; eso es vulgar, una cosa es el ambiente relajado entre amigos o en familia, cuando es normal decir "han llegao", y otra es el registro culto, cuando hay que decir "han llegado". Bueno, si desaparece la g de ego, tenemos eo; la e, pronuciando muy deprisa eo, se cierra en i, y así llegamos a yo, como el portugués ha llegado a eu, el catalán a jo, el francés je, el italiano io, el rumano eu...

Por vía culta han entrado en la lengua egoísmo, egoísta, ególatra, egocéntrico, y el ya poco usado egotismo.

ME

Del acusativo y ablativo, en latín me. Es una de esas palabras que no han sufrido alteración ninguna en el paso de una lengua a otra; los pronombres son poco dados a innovaciones. Las lenguas indoeuropeas tienen un rasgo, que es datado en un nivel muy arcaico: utilizan dos raíces distintas para este pronombre personal de primera persona, vamos, que decimos yo y me. Esto es algo muy peculiar que vemos en latín, en griego, en inglés también, I - me, en alemán ich - mich, en lituano às - manè. Esto no ocurre ni en euskera; yo es ni, y sus formas, ni o nik como sujeto; nire, a mí; nirekin, conmigo.


Proviene del dativo latino mihi, para mí. Esa h posiblemente tuvo un sonido, no fue muda en época clásica. se aspiró o... Bueno, en los ambientes académicos del final de la Edad Media se debatía este asunto, y algunos partidarios de la realización gutural [miki], fueron llamados tiquismiquis, para ridiculizarles por su rebuscada pronunciación [tiki] por tibi (o se hacía por analogía o no se hacía y es caricatura) y [miki] por mihi. Tiquismiquis está documentada por primera vez en Cervantes. Y aunque ese debate fuera origen de burlas, nos ha dejado en la lengua aniquilar, a partir de nihil, nada.

CONMIGO

Ya se decía en latín mecum, en lugar de cum me. Al evolucionar mecum dio en castellano migo. Y como no reconocía el hablante ese significado de compañía, se recaracterizó con con, otra vez. Así que al decir conmigo es como si dijéramos con con. Esto de que la preposición más bien sea posposición se llama anástrofe (cuando éramos niños en broma la llamábamos catástrofe), y, según Cicerón, se generó en nobiscum, y luego por analogía se generalizó a mecum, tecum, secum, vobiscum. Dice Cicerón que se dice nobiscum en lugar de cum nobis, "quia si ita diceretur, obscenius concurrerent litterae" (porque si se dijera así, las letras concurrirían bastante obscenamente). Se refiere a lo malsonante de cum nobis, que recordaba al cunnus, el coño. Je je je, muy graciosillo. No será un chiste muy bueno, pero al menos es antiguo.